Pasión y lágrimas en la etapa reina del Tour
La etapa de los tres colosos elimina a Porte por una caída y descabalga a Quintana y Contador
El Tour es una trituradora de ilusiones. Por la vía de la brutalidad, como sucedió ayer con la aterradora caída de Richie Porte en el Mont du Chat. Por la vía del hundimiento físico, como fue el caso de Nairo Quintana o, todavía con más crudeza, de Alberto Contador. O por la vía del golpe de teatro más cruel, el que sufrió Warren Barguil en la línea de meta. Lo felicitaron como vencedor de la etapa, después de un ajustado sprint con Rigoberto Urán. Lloró emocionado. Lo sentaron en la butaca de los vencedores. Y justo cuando lo estaba entrevistando la televisión francesa llegó la decisión de la foto final: el primero había sido Urán. Barguil se lo tomó con elegancia, pero de nuevo cayeron unas lágrimas por sus mejillas.
Qué deporte más terrible. Sólo empezar la etapa, eliminados Robert Gesink y Manuele Mori por una caída. Más adelante fue el turno de Geraint Thomas, con fractura de clavícula. Y todavía faltaba el momento más dramático, con el accidente de Porte cuando la etapa y el Tour iban lanzados hacia Chambéry. Y el australiano del BMC, que había atacado con decisión a Froome en el Mont du Chat, cuando lo vio sin escolta, perdió el control de la bicicleta en el descenso. Primero se salió ligeramente del asfalto por la parte izquierda. Y al querer rectificar, se deslizó de lado a lado e impactó con una fuerza irrefrenable contra el muro del suelo de la banda derecha de la carretera. Debía de ir a unos 80 kilómetros por hora, persiguiendo a un Froome desencadenado. El impacto más directo de Porte fue con
la cabeza, con la cara, y quedó extendido en el suelo. Dan Martin, que venía por detrás, también cayó, al impactar con su cuerpo inerte. El ciclista del BMC, que apuntaba como rival número uno de Froome, ya no podrá luchar por este Tour. Fue evacuado en ambulancia, sin perder la conciencia ni el conocimiento de la situación.
Era profecía que la durísima etapa reina aportaría novedades en el futuro inmediato de la carrera. E hizo honor a todas las expectativas, con más drama de lo que sería recomendable. Una gran etapa, un festival de incidencias, de golpes de efecto. Una tensión incontrolable, sobre todo tan pronto como el Mont du Chat tomó el protagonismo.
El Tour perdió ayer a un favorito de peso y también vio desaparecer de las plazas con aspiraciones otro elemento de primer nivel, Alberto Contador. No resistió el ritmo en el Mont du Chat y llegó a Chambéry con una pérdida de más de cuatro minutos. Ahora tendrá que revisar las estrategias. Y todavía más, porque otro personaje clave en la línea de salida de Dusseldorf, Nairo Quintana, confirmó sus problemas. La pérdida fue menor, poco más de un minuto, pero su problema es más de sensaciones que de tiempo. Mucho tendrán que cambiar las cosas para ver a Quintana en el podio de París este año.
¿Eliminados todos estos corredores, qué le queda al Tour? En primer lugar, un Froome sólido, pero que no parece ser capaz de imponer su superioridad con la fuerza de otros años. En el cara a cara contra sus adversarios no va sobrado. Ahora ha perdido un elemento precioso, Thomas, y ayer se quedó sin ayudantes quizá demasiado pronto. Tuvo sólo un susto, un problema mecánico, pero los rivales pactaron que había que esperarlo. Fabio Aru fue el único que parecía querer ponerse el cuchillo entre los dientes y apostar por el ciclismo de los viejos tiempos. No le secundaron.
El Tour, que hoy mantiene un día de descanso y continuará el martes desde la Dordoña, conserva al luchador Aru a sólo 18 segundos del maillot amarillo y tiene un Bardet que ayer hizo una exhibición en el descenso del Mont du Chat. Es tercero de la clasificación, a 51. Pero diantre, qué escabechina. Y todavía faltan dos semanas antes de pisar París.