Annie Leibovitz
La Fundación LUMA expone ocho mil imágenes de los inicios de la fotógrafa
FOTÓGRAFA
Annie Leibovitz es una de las grandes protagonistas de los Rencontres de Arles, en el sur de Francia, donde acaban de abrir más de 40 exposiciones de fotografía. La norteamericana exhibe el trabajo de sus primeros años.
Premio Príncipe de Asturias 2013 y leyenda viva, según la Biblioteca del Congreso, Annie Leibovitz desvela en Arlés su trabajo inicial en The early years: 1970-1983. Archive project 1,
vasto despliegue de ocho mil fotos. Y son sólo una parte de la colección, comprada (suma secreta pero enorme, se murmura) por la Fundación LUMA, que la expone en Arlés hasta el 24 de septiembre.
Hay muchos rostros famosos en la exposición. Y no sólo caras. Esas nalgas blancas bajo una masa de músculos son de Arnold Schwarzenegger (“pasar de Jagger a él fue como desembarcar en Marte”, Leibovitz dixit). Ella misma maniató a Clint Eastwood. Y pintó el sexo de Keith Haring. Normal en quien convivió casi tres años con los Stones. Ese es el secreto: ella estaba.
Por ejemplo, el 8 de diciembre de 1980. Una Leibovitz de 31 años guarda su material y abandona el apartamento del Dakota Building, segura de que tiene la foto: John Lennon, desnudo, enroscado a Yoko Ono. La revelará en su labora- torio de la revista Rolling Stones y volverá para cenar con la pareja. Entre medio, Mark Chapman altera esos planes: vacía el cargador de su 38 en el pecho de Lennon.
Más que una periodista Leibovitz es testigo de los años que acercaron la luna y modificaron las costumbres, la música, el cine y el periodismo de Occidente. En 1968, inspirada en Cartier Bresson y sobre todo en Robert Frank, abandona sus estudios de artes plásticas y se echa a la calle para ser periodista.
Cuatro años más tarde, en una esquina de San Francisco, captura la imagen de un desconocido Allen Ginsberg. La lleva a la recién nacida Rolling Stones. La revista la contrata, la convierte luego en su directora de fotografía. En 1976, el especial del décimo aniversario lleva 50 páginas con su firma. Y a su lado, las que revolucionan el texto. Leibovitz forma dúo con Hunter S. Thompson inventor del gonzo ,el periodismo ultrasubjetivo; sigue a los Stones (a pedido de Jagger) con Truman Capote (quien finalmente no escribirá una línea). Y sus fotos del lanzamiento de Apolo 17 las enmarca un artículo de Tom Wolfe.
En 1983 el mundo cambia. Y ella: la ficha Vanity Fair. El resultado se podrá ver en Arlés, dentro de dos
LOS AÑOS SESENTA La artista testimonia los años en que el cine, las costumbres y la música cambiaron FAMOSOS Jagger, Lennon, Hunter S. Thompson, Tom Wolfe, Capote, algunos de sus retratados
años, con el edificio Gehry ya inaugurado. El de Leibovitz es sólo uno de los archivos vivientes que LUMA compra “para investigadores y público”. Además, el Parc des Ateliers mostrará una serie de casas desmontables creadas (1939- 1957) por Jean Prouvé, jamás reunidas antes en un mismo espacio. En septiembre, portal Offprint, feria de editores independientes y experimentales en arte, arquitectura, diseño, ciencias humanas y cultura visual. Su librería itinerante organiza eventos ligados al libro en Arlés, Amsterdam, Londres, Milán y París. Y el programa 2017 lo cierra la segunda temporada de L.A. Dance, el ballet de Benjamin Millepied, basado en Los Ángeles.
La muestra, cuya repercusión hace sombra, ya, a los célebres encuentros internacionales de fotografía, es el primer paso de un sólido programa, sustentado por los cien millones de euros que LUMA invierte en la ciudad. Incluida su espectacular sede, una torre de 56 metros, de Frank Gehry, que será inaugurada en 2018.
Detrás de todo esto, una suiza, Maja Hoffmann, bisnieta de Fritz Hoffmann-La Roche, fundador en Basilea, en 1896, del laboratorio homónimo, que hoy mueve unos cuarenta mil millones de euros. Detalle crucial: Maja estudió en Arlés. Y allí reside cuando no está en sus apartamentos de Zurich, Londres o Nueva York.
En 2005 creó en Zurich la Fundación LUMA que ocho años más tarde compró seis de las diez hectáreas de los talleres de la SNCF (la Renfe francesa) en Arlés e instaló LUMA Arles, “nuevo centro de arte contemporáneo experimental que reúne artistas, investigadores, curadores y creativos de todos los campos para exposiciones pluridisciplinarias”.
Además de la torre Gehry, prevé una serie de edificios a cargo de Selldorf Architects, un jardín público firmado por el arquitecto paisajista Bas Smets y un abigarrado programa artístico, bajo la dirección del Core Group (Tom Eccles, Philippe Parreno, Beatrix Ruf, Liam Gillick…) que han dado vidilla a la ciudad provenzal.
Si Arlés, ciudad de apenas 54.000 habitantes, y su alcalde comunista, Hervé Schiavetti, fueron bendecidos por la suerte, hace diez años, cuando en el Ródano afloró una cabeza esculpida de Julio César, juzgada excepcional y que disparó las cifras de visitantes del museo antiguo de 80.000 a 325.000 al año, la decisión de Maja Hoffmann de instalar LUMA y con gesto arquitectónico del rey mago Gehry, lo que presupone un efecto Bilbao, la puso definitivamente en el mapa cultural europeo.
Por si fuera poco, Luc Hoffmann, padre de Maja, ornitólogo especializado en gaviotas que ha dejado ya millones de euros en la protección de la Camarga, aflojó otros once para reinstalar la Fondation Van Gogh en un palacete del siglo XV, en el centro de la ciudad antigua. Exponer en aquellos mil metros cuadrados de galería obra del holandés que entre 1888 y 1889 pintó 32 telas en la ciudad no era tarea fácil. Por eso, papá Hoffmann firmó un contrato de cinco años con el Van Gogh de Amsterdam, que guarda más de 220 óleos y 500 dibujos del arquetipo de artista maldito.
Como el Parc des Ateliers que LUMA ocupará progresivamente acogía hasta el año pasado exposiciones de los Rencontres d’Arles, subvencionados con un dinero público que escasea, la cultura es un tema cada vez más privado.