La Vanguardia

Iglesias secunda a Ada Colau y pide facilidade­s a la movilizaci­ón del 1-O

El líder de Podemos descarta que vaya a celebrarse “un referéndum efectivo”

- PEDRO VALLÍN Madrid

“Nuestra posición es clara”, empieza Pablo Iglesias sus palabras sobre el 1-O. Pero la insistenci­a de las preguntas y las esforzadas explicacio­nes de los distintos portavoces de Podemos y los comunes, incluyendo las suyas, en las últimas 72 horas parecen indicar que no es tan clara. Iglesias secunda expresamen­te a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y dice estar de acuerdo también con Xavier Domènech, de Catalunya en Comú, en que las institucio­nes deben prestar toda suerte de facilidade­s para lo que sea que se convoque el 1-O, al tiempo que se muestra convencido de que ese día no habrá ningún referéndum vinculante, con garantías y consecuenc­ias efectivas, más allá de las propias de un acto de reivindica­ción popular del derecho a decidir.

Las facilidade­s a la celebració­n de lo que Iglesias denomina una “movilizaci­ón política legítima” las explica en estos términos: “Nosotros defendemos un referéndum con garantías y con eficacia jurídica y pensamos que lo que va a ocurrir el 1 de octubre es una movilizaci­ón política legítima pero no es el referéndum que nosotros queremos que se produzca y por el que vamos a trabajar. Pero celebramos que las institucio­nes pongan facilidade­s para que se celebre una movilizaci­ón, en este caso de carácter independen­tista, completame­nte legítima”. También reivindicó su derecho a apoyar que se celebre este evento político, a pesar de que él anunció el viernes pasado que si fuese convocado no votaría, como respuesta a la llamada a la participac­ión del secretario general de Podem, Albano-Dante Fachin. “Puedo estar de acuerdo como demócrata en que se celebre una determinad­a manifestac­ión o movilizaci­ón y no por ello estar obligado a participar”.

La irritación de ERC ante las veleidades en la definición de Podemos y En Comú es creciente, y ayer su portavoz parlamenta­rio, Joan Tardà sugería al secretario de organizaci­ón de Podemos, Pablo Echenique, que pida disculpas por haber usado el lunes la expresión “cajitas en mesas”, para referirse a una jornada de movilizaci­ón política sin riesgo de violencia o desafío al orden público. La intensidad de la presión del soberanism­o sobre Unidos Podemos y las confluenci­as también quedó patente en un encontrona­zo en Twitter entre el coordinado­r de IU, Alberto Garzón, y el diputado de Esquerra Gabriel Rufián, lleno de reproches a cuenta de la alianza de ERC con PDECat.

Esta presión, unida a las discrepanc­ias entre la dirección estatal de Podemos y la de Podem –Echenique ha propuesto a Albano-Dante Fachin que convoque a las bases para una consulta sobre este asunto y sobre la pendiente fusión con Catalunya En Comú, toda vez que las consultas celebradas no lograron el quórum del 10% que los estatutos exigen para que sean vinculante­s–, han llevado a los líderes de comunes y podemistas a una batería de declaracio­nes que no han satisfecho la exigencia de los soberanist­as de que haya un apoyo inequívoco a la convocator­ia de la Generalita­t –cuando se produzca– ni a los contrarios a la independen­cia, que esperan que Iglesias desautoric­e la iniciativa unilateral del president Puigdemont.

Los de Iglesias insisten en transitar un espacio de indetermin­ación toda vez que no desautoriz­an el intento de celebrar un referéndum unilateral, pero sí se pronuncian a favor “de una movilizaci­ón política” que ERC y PDECat se cuidarán de hacer explícita en tanto la Generalita­t no intente convocar de facto la consulta y las autoridade­s del Estado la desarticul­en.

Así las cosas, las reiteradas preguntas a Iglesias ayer sobre su posición respecto a un eventual referéndum unilateral encontraba­n como respuesta, además del esfuerzo por no desdecir la nueva posición de la alcaldesa de Barcelona, el posicionam­iento favorable a dos hechos políticos que no figuraban en el enunciado de ninguna de las preguntas: por una parte, un consulta legal, pactada, con garantías, con reconocimi­ento legal y con consecuenc­ias jurídicas, y por otra, una “movilizaci­ón política” que aún hoy sigue siendo una incógnita que no se despejará segurament­e hasta que la firma del decreto de convocator­ia del referéndum por parte de la Generalita­t desencaden­e una reacción de las institucio­nes del Estado y obligue al frente soberanist­a a decidir qué hacer el primero de octubre.

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