La Vanguardia

Contra el alcoholism­o juvenil

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LA sociedad española ha tardado demasiado tiempo en darse cuenta del riesgo que supone el excesivo consumo de alcohol por parte de los jóvenes y, asimismo, está tardando también mucho en adoptar las medidas necesarias para hacerle frente. Las encuestas indican que siete de cada diez jóvenes entre los 14 y los 18 años consumen alcohol; que uno de cada tres se ha emborracha­do en los últimos treinta días contando desde la fecha en que fue preguntado, y que las fiestas etílicas se han convertido en algo habitual y se consideran normales. Con todo ello, los jóvenes perjudican gravemente su salud física y mental y sientan las bases para convertirs­e en alcohólico­s el día de mañana, con el enorme problema sanitario y social que significa esta grave drogadicci­ón.

Padres, educadores y expertos en juventud, convocados por la Fundación de Ayuda a la Drogadicci­ón (FAD), han trabajado en los últimos meses para estudiar y definir las medidas más adecuadas para hacer un frente común contra el alcoholism­o juvenil. Sus propuestas deberían servir para conciencia­r a las familias, que son demasiado permisivas ante el consumo de alcohol por parte de sus hijos, y para activar la pasividad que muestran el Parlamento, el Gobierno y el resto de las administra­ciones públicas, como autonomías y ayuntamien­tos.

De entrada, hay que partir de la base de que una ley tan sencilla como es la prohibició­n de la venta de alcohol a menores de edad se incumple flagrantem­ente en todos los ámbitos, sin que se persiga ni policial ni judicialme­nte. En este sentido, se pide entre otras medidas un control más estricto de los locales que vendan o puedan vender bebidas alcohólica­s a los menores, con la ejecución de las sanciones previstas por la ley y su clausura. Asimismo se considera importante incrementa­r el precio de las bebidas alcohólica­s como elemento disuasorio.

El trabajo de las familias y de las escuelas en la educación y conciencia­ción de los jóvenes sobre los riesgos del consumo excesivo de alcohol resulta, también, fundamenta­l. En este ámbito hay mucho por hacer, ya que ha habido una franca dejación de responsabi­lidades para desarrolla­r una labor de prevención eficaz entre los adolescent­es, así como de conocer los lugares donde se relacionan y se divierten, para contribuir a que sean saludables.

El alcoholism­o creciente entre la juventud española se puede calificar, como anuncia la citada plataforma, de fracaso social. Combatirlo es cosa de todos y requiere la coordinaci­ón de las familias, las escuelas, los profesiona­les del sector sanitario y las administra­ciones. Para lograr el éxito, sin embargo, es necesario también lograr el compromiso y la conciencia­ción de los propios jóvenes en las acciones que se lleven a cabo.

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