Ejemplo de fidelidad a la Iglesia
JOAQUÍN NAVARRO-VALLS (1936-2017) Médico y periodista. Portavoz de la Santa Sede (1984-2006)
La voz clara y segura que contribuyó a dar un vuelco a la férrea comunicación del Vaticano, desde aquel lejano invierno de 1984, cuando el Papa polaco le llamó a ser él su portavoce, nos ha dejado. Navarro-Valls siempre dijo que fue una llamada fruto de la casualidad: una “casualidad” que le llevó a ser el único portavoz de una organización internacional con tantos años en su cargo, 22 años con Juan Pablo II y más de un año con Benedicto XVI hasta alcanzar los 70 años. Además, fue hombre de confianza del Santo Padre, a quien Juan Pablo II mandó a difíciles misiones diplomáticas, como abrir camino hacia la Cuba de Fidel Castro, conversaciones con Gorbachov o ser miembro de la delegación de la Santa Sede en las conferencias internacionales de El Cairo, Copenhague, Pekín y Estambul. “El laico que modernizó la información vaticana”, dijeron. Y sí: fue eso. Pero sobre todo su trabajo bien hecho, su elegancia, su cordialidad con todos los periodistas ávidos de información.
Amigo personal del Papa, tenía información de primera mano, y esto todo el mundo lo sabía, y él era consciente del privilegio y de la responsabilidad que eso implicaba. “San Juan Pablo II” –nos contaba hace siete años en la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), en Barcelona, con motivo de su nombramiento doctor honoris causa– en el ámbito privado era exactamente como se veía en público: un hombre de extraordinario buen humor, enamorado, un cristiano que miraba siempre más allá de sí mismo”. Esa verdad que tanto amaba el Papa polaco. Una vez, entre los muchos ratos que hubo para hablar con él, cuando estuvo aquí, nos contó que planteó a san Juan Pablo II la siguiente hipótesis: “Si se destruyera todo lo que tenemos sobre Jesucristo –los Evangelios, los escritos de los primeros Padres…, todo–, ¿con qué se quedaría?”. Amigo personal del Papa, tenía información de primera mano y era consciente de esa responsabilidad Le vino esto a la cabeza mientras jugaba con el anillo de doctor honoris causa que le acababan de dar. La respuesta fue clara y decidida: “Veritas liberabit vos”. La frase impresa en el anillo, lema de nuestra universidad.
Entre lo mucho que tenemos para agradecer al dottore Navarro-Valls, además del ejemplo personal y su fidelidad, es habernos hecho mucho más accesible al Papa; que lo sintiéramos más padre. ¡Gracias, Joaquín!