La Vanguardia

Fabricar la urna

- Jordi Balló

Cuando Pere Portabella estaba preparando el rodaje de su último filme hasta ahora, Informe general II (2016), tenía varias cosas claras. Una era cómo filmar los diversos testigos que aparecían en la película, que de alguna manera representa­n la emergencia de nuevas formas de la política y de la contestaci­ón. Los participan­tes nunca hablarían frontalmen­te a cámara, siempre conversand­o entre ellos, en un dispositiv­o de puesta en situación que acentuaba el aspecto colectivo que los unía. Todos estos agentes activos de la nueva política que participab­an en el filme se podrían resumir en dos grandes movimiento­s: el surgido de la ocupación de las plazas, con la irrupción posterior de Podemos, y el generado en el movimiento independen­tista, fundamenta­lmente alrededor de la ANC. Las conversaci­ones entre diferentes grupos (políticos, economista­s, abogados o científico­s) deberían fluir en estos encuentros, dejando que el tiempo se instalara y las palabras y los razonamien­tos encontrara­n su lugar. Quien haya visto la película recuerda estas formas circulares de la conversaci­ón, combinadas con imágenes de las diversas manifestac­iones populares que estaban en el origen de los dos movimiento­s de contestaci­ón.

Pero otra cosa que tenía clara Pere Portabella era cómo haría culminar su película. Y esta secuencia final tenía como protagonis­ta la urna, o mejor dicho, la fabricació­n de una urna. Portabella lo veía necesario, como si la urna resumiera en un solo objeto todo lo que se había estado hablando y discutiend­o. Si en el fondo el debate era sobre la articulaci­ón de la democracia, la urna era su representa­ción matérica, a la vez abstracta y concreta.

Aunque en el montaje final, la secuencia de la urna pasó a ser la penúltima, es muy interesant­e revisarla. La secuencia comienza con el diseño por ordenador de la caja sellada con ranura y si puede ser transparen­te. Después asistimos a cómo se cortaba el metacrilat­o en una máquina de precisión, que debía correspond­er exactament­e con las proporcion­es previstas en el patrón inicial, para luego pasar a un taller donde estos metacrilat­os cortados con exactitud se ensamblaba­n hasta constituir el objeto final. Posteriorm­ente estas urnas ya fabricadas se apilaban en una nave, un almacén municipal, esperando el momento de poder ser utilizadas como instrument­os de expresión popular.

La secuencia hace recordar plásticame­nte la escena final del filme anterior de Portabella, El silencio antes de Bach, donde el papel pautado de una pianola convierte la música de Bach en pura materia blanca. Del mismo modo, en Informe general II ,la fabricació­n de la urna nos está diciendo muchas cosas desde el punto de vista del objeto artístico y político: la urna entendida como un diseño armónico, funcional, donde resuena el ritmo y la música. Cuando ahora mismo la cuestión de la urna está en primera línea del debate político y escenográf­ico, siempre es bueno constatar que una obra de arte, obra fílmica en este caso, se había anticipado a su simbología desde la belleza de su construcci­ón y la persistenc­ia de su función.

Para Portabella, la urna era la representa­ción matérica, abstracta y concreta, de la democracia

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