Condena de más de nueve años de cárcel para Lula por corrupción
El expresidente brasileño recurrirá para eludir de momento el ingreso en prisión
El retorno de Lula da Silva a la arena política en Brasil se encontró ayer con un obstáculo previsible. La primera sentencia de las causas abiertas por el caso Petrobras le condena a nueve años y medio de cárcel por delitos de corrupción y blanqueo de capitales.
La revolución judicial brasileña se llevó ayer por delante a Luiz Inácio Lula da Silva, el emblemático expresidente que obró el milagro económico en el país y logró sacar de la miseria a cuarenta millones de personas. El implacable juez del caso Petrobras, Sérgio Moro, condenó a Lula a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero.
No obstante, la guillotina no caerá aún sobre el exmandatario, pues no tendrá que ingresar en prisión mientras se resuelven los recursos ya anunciados por sus abogados y la condena sea firme.
La dura sentencia no deja dudas sobre los argumentos del magistrado e impacta sobre el futuro político de Brasil, ya que, a pesar de los casos de corrupción en que está implicado, Lula sigue siendo el candidato con mayor intención de voto a las presidenciales del año que viene. Moro, que no se postula a las elecciones pero arrasaría si lo hiciera, según los sondeos, condenó también al exsindicalista a 19 años de inhabilitación para cargos públicos, lo que acabaría con un mito político si la sentencia se confirma.
“La responsabilidad de un presidente de la República es enorme y, por consiguiente, también su culpabilidad cuando practica críaunque menes”, escribe Moro en la sentencia. El magistrado considera que Lula trató de presionarle e intimidarle durante el proceso, al igual que a testigos, a la fiscalía, a la policía o a periodistas, y que incluso intentó destruir pruebas, por lo que “cabría pensar en decretar la cárcel preventiva”. Sin embargo, Moro concluye que “la prisión cautelar de un expresidente de la República no deja de representar ciertos traumas” y añade que “la prudencia recomienda que se aguarde el juicio del tribunal de apelaciones”, reconociendo implícitamente que su encarcelamiento sin sentencia firme produciría fuertes protestas en las calles.
Al final de la sentencia, Moro, que tomó una mediática declaración a Lula el pasado 10 de mayo en Curitiba, indica que la condena “no trae a este juez ninguna satisfacción personal”. Aunque el magistrado concluye su argumentación con la siguiente frase jurídica lapidaria: “No importa cuán alto estés, la ley siempre está por encima de ti”.
El juez, entre otras pruebas, se basa en el testimonio de dos arrepentidos para condenar a Lula por el caso del tríplex de la playa paulista de Guarujá. El apartamento, situado frente al mar, no figura a nombre del exmandatario ni de su esposa, Marisa Letizia –también imputada en la causa, falleció recientemente–, pero Moro considera probado que la propiedad fue entregada al matrimonio como parte de un soborno de la constructora OAS, en pago a la intermediación de Lula para que Petrobras adjudicara contratos a esta empresa. El magistrado confiscó el tríplex.
Entre las reacciones más relevantes a la sentencia figura la de la sucesora de Lula, la expresidenta Dilma Rousseff, que a través de Twitter calificó de “escarnio” la condena y vaticinó que el exsindicalista ganará las próximas elecciones. “Lula es inocente. Y el pueblo brasileño sabrá democráticamente rescatarlo en 2018. Vamos a resistir”, tuiteó Rousseff.
Por su parte, la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, aseguró que Lula ha sido condenado “sin pruebas”. Y uno de los vicepresidentes del PT, Márcio Macedo, explicó cómo había recibido el exmandatario la noticia: “Con la serenidad de un inocente y con la indignación de quien es víctima de una injusticia”.
Lula está procesado por otras cuatro causas. Una de ellas, también dentro del caso de corrupción en la petrolera estatal, hace referencia a la supuesta entrega de dos propiedades más como soborno, en este caso de la constructora Odebrecht. Una de esas propiedades sería un piso contiguo a la vivienda habitual del exmandatario en las afueras de São Paulo y el otro un solar para construir una sede del Instituto Lula, también en la capital paulista. Los otros tres procesos abiertos al margen de Petrobas son por obstrucción a la justicia, tráfico de influencias e irregularidades en la concesión de créditos del Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDES).
Por otro lado, una comisión parlamentaria comenzó ayer a tratar si aprueba o no la apertura de un juicio en el Supremo contra el presidente Michel Temer, lo que llevaría a la destitución durante seis meses del mandatario y aceleraría el fin de ciclo en que está instalado Brasil.