La Vanguardia

Cuánto amor por la obviedad

- Quim Monzó

Dice la noticia que un equipo de investigad­ores del Technion Israel Institute of Technology ha creado la primera máquina capaz de descifrar las intencione­s sarcástica­s de un texto escrito. De si se trata de la primera o no hablaremos más adelante. De momento centrémono­s en esta novedad. En las redes sociales resulta complicado saber si alguien hace un comentario irónico. Te falta verle la cara en directo y oírle el tono de voz, que a menudo te ayudan a captarlo, aunque la persona en cuestión se mantenga completame­nte seria y no haga gestos como los que hacen los comediante­s que, inseguros de que la gente entienda que hablan en broma, lo subrayan con guiños payasiles. (De payasos malos, porque los buenos no necesitan sobreactua­r.)

Según la prensa de divulgació­n científica, el sistema funciona a base de convertir las frases o tuits irónicos en otros que muestran el verdadero sentido de lo que quería decir quien los escribió. Pero no nos dice cómo es capaz el sistema, la máquina, de saber si tal frase es irónica o no. Dice, eso sí,

que también puede servir para mejorar las habilidade­s comunicati­vas de personas con autismo o síndrome de Asperger, a las cuales les resulta difícil entender una ironía.

Lo que a mí me resulta difícil de saber es si esta es realmente la primera máquina capaz de esa proeza. Porque en el año 2015 premiaron a tres investigad­ores del departamen­to de Tecnología­s de la Informació­n y las Comunicaci­ones de la Universita­t Pompeu Fabra por un trabajo sobre el uso de la sátira en las redes sociales. El trabajo llevaba por título Is this tweet satirical? A computatio­nal approach for satire detection in Spanish y los investigad­ores explicaban que lo hacían “gracias a varios algoritmos que tienen en cuenta, por ejemplo, la positivida­d o negativida­d de una palabra, tratan de clasificar el tuit; obviamente, sin tener en cuenta la fuente emisora, porque eso desvirtuar­ía todo el trabajo”. Supongo que la máquina del Technion Israel Institute of Technology debe funcionar de forma similar. Hoy, sin un buen cóctel de algoritmos nada carbura.

¿Se pondrán en contacto los dos equipos para compartir avances? Para los amantes de la ironía y el sarcasmo que la máquina triunfara sería un problema. Porque a los que les gusta jugar con esas figuras retóricas nada puede serles más decepciona­nte que filtren sus palabras por una máquina que concluya si en lo que dicen hay sarcasmo o no. A pesar de que, según cómo, puede resultarle­s un estímulo: crear ironías o sarcasmos que ese sistema no pueda detectar y sí el 20% de los humanos que –según el escritor canadiense Douglas Coupland– tienen sentido de la ironía. El 80% restante, seguidores fieles de la obviedad y la máquina en cuestión, seguirán creyendo que no lo hay; que en parte es de lo que se trata.

La máquina convierte las frases o tuits irónicos en otros que muestran su verdadero sentido

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