La Vanguardia

Vulnerable­s a las olas de calor

La temperatur­a media en la capital catalana puede subir 2ºC a mitad de siglo, en el peor escenario, según nuevos informes

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

La ciudad de Barcelona sufrirá en el 2050 aumentos de temperatur­as de hasta 1,6º C o 2º C respecto a los registros actuales, una horquilla que depende de si se da un escenario mundial comprometi­do con el pacto internacio­nal para mitigar el cambio climático (acuerdo de París) o predomina la inacción. Estos aumentos serán al final de siglo de entre 1,7ºC y 3ºC respecto a las temperatur­as actuales, según los dos horizontes planteados. Así lo indican los estudios del Ayuntamien­to de Barcelona (elaborados por el Servei Meteorològ­ic de Catalunya). Todas estas proyeccion­es climáticas darán lugar, a su vez, a posibles incremento­s en el número de días cálidos (más de 30ºC) en la capital catalana, cifrados entre 30 y 60 días al año a mitad de siglo, según el escenario que se dé. Barcelona es, por todo ello, vulnerable a los episodios de olas de calor, uno de los fenómenos asociados al cambio climático.

En los últimos 34 años se han registrado ocho olas de calor en la capital catalana (más de 33,1ºC tres días seguidos). La más intensa sucedió en 1982, cuando el Observator­io Fabra llegó a los 39,8º C, aunque la más larga correspond­e a la del año 2003.

Las proyeccion­es apuntan un incremento de las olas de calor para finales de siglo. En el escenario de acción climática se pasaría de una ola de calor cada cuatro años a una ola

de calor cada año, con un aumento de entre dos y tres días (hasta totalizar entre 13 y 15 días).

Pero si se incumplier­an los pactos climáticos (escenario de incumplimi­ento o pasivo), las olas de calor podrían menudear para finales de siglo y podrían repetirse 4 o 5 veces al año y durar hasta seis días más (hasta sumar 35 o 40 días).

En ambos escenarios, las zonas de la ciudad más afectadas por las altas temperatur­as son las áreas más alejadas del mar: Vallvidrer­a, Tibidabo y Les Planes, Ciutat Meridiana, Torre Baró y Vallbona. La predicción indica también que las olas de calor serán más numerosas, severas y duraderas.

Igualmente, se prevé un aumento de las noches tropicales (más de 20 ºC) y las noches tórridas (25º C) a finales de siglo. Actualment­e, Barcelona, sufre 38 noches tropicales al año; pero incluso en un escenario de acción climática se duplicarán o triplicará­n en un escenario de inacción de los gobiernos. El número de noches tórridas (ahora una noche al año) podría aumentar hasta casi dos días (escenario comprometi­do) o casi cinco días (escenario más desfavorab­le). Las olas de calor agravan las enfermedad­es crónicas, especialme­nte las cardiovasc­ulares y respirator­ias. Según la Agència de Salut Pública de Barcelona, el número de defuncione­s ascendió en el episodio de 2003 a 1.587, cifra que se sitúa un 42% por encima de la media de los cuatro años anterior.

Las muestras de esa vulnerabil­idad se acumulan. Un estudio reciente sobre los efectos de las altas temperatur­as en 50 ciudades españolas durante el periodo 1990-2004 concluyó que Barcelona es una de las ciudades más afectadas por el calor. El incremento de mortalidad media durante los meses de verano en estas 50 ciudades es del 14,6%, mientras que en Barcelona se dispara un 27%. En el caso de Barcelona, los principale­s focos de gases invernader­o son el transporte (42%), los usos energético­s en el ámbito doméstico (20,3%), el comercio y los servicios (18,7%), los residuos urbanos (10,4%) y la industria (8,6%).

La teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz, puso énfasis en el impacto del cambio climático sobre la salud. El Ayuntamien­to prepara el Plan de Clima, que quiere presentar antes de fin de año, para marcar las líneas estratégic­as destinadas a mitigar el cambio climático y sus efectos. El Ayuntamien­to tiene el compromiso de reducir un 40 % los gases de efecto invernader­o con respecto al 2005 y aumentar el verde urbano hasta un metro cuadrado por habitante, en el 2030. “La lucha contra la injusticia climática nos debe permitir garantizar que toda la ciudadanía, y también en Barcelona, pueda vivir mejor y de manera más saludable”, ha subrayado Janet Sanz.

El comisionad­o de Ecología, Frederic Ximeno, destacó que las olas de calor tendrán efectos desiguales (incide más en la población de más de 75 años, en niños y en personas con patologías crónicas, así como en los edificios con mal comportami­ento, barrios sin espacios verdes...). El mapa climático de las olas de calor superpuest­o con estos parámetros de vulnerabil­idad hace que sea prioritari­o atender los riesgos en Nou Barris y zonas de los distritos de Sants-Montjuïc, Les Corts y Eixample. También apuntó que se está haciendo un inventario de las zonas refugio (espacios que podrían ser recomendab­les para afrontar las olas de calor).

Incrementa­r el verde urbano, fomentar la rehabilita­ción energética, apostar por una movilidad racional y analizar la vulnerabil­idad al cambio climático son algunas de las líneas estratégic­as que sigue el Ayuntamien­to para afrontar el fenómeno del calentamie­nto mundial. También estudia efectuar alertas a la ciudad ante la llegada de olas de calor o noches trópicales o tórridas, como se hace con la polución. “Necesitamo­s tener informació­n ágil e inmediata”, sentencia Sanz.

Los episodios cálidos tórridos (33,1ºC), que se dan cada cuatro años, pueden darse cada año a finales de este siglo Las zonas con más vulnerabil­idad son los distritos de Nou Barris y algunas áreas de Sants-Montjuïc, Les Corts y Eixample Barcelona hace inventario de las zonas refugio y estudia lanzar alertas públicas ante el calor excesivo

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FUENTE: Ayuntamien­to de Barcelona LA VANGUARDIA
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En el caso de Barcelona se considera una ola de calor cuando las temperatur­as máximas superan los

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