Felipe de Borbón, en el Poblenou
La llegada de Felipe de Borbón a la Vila Olímpica del Poblenou fue una de las noticias de la jornada a menos de dos semanas para el inicio de los Juegos. El Príncipe ocupó una habitación individual, pero compartió el apartamento asignado con Alfredo Vázquez –uno de sus compañeros en soling–, Domingo Manrique, regatista de flying dutchman, el médico del equipo y ex campeón olímpico, José Luis Doreste, y el suplente Carlos Martínez. Los integrantes de la delegación española habían avanzado su presencia en Barcelona para preparar las embarcaciones con el tiempo suficiente y conocer con detalle las características del campo de regata. La presencia de Felipe de Borbón, que sería el abanderado español en la ceremonia inaugural, fue muy comentada y produjo circunstancias curiosas. Una de ellas se produjo en el centro de acreditaciones, donde Anna Puig, la voluntaria encargada de la fotografía, se dirigió al heredero de la Corona en catalán. “No es mogui”, “somrigui, si us plau”, le dijo antes de que un responsable del departamento le comentara que tal vez su interlocutor no la entendía. Entonces, Puig preguntó “que m’entén?” y el Príncipe, con una sonrisa, respondió: “És clar que sí”.
Por otra parte, la ONU acogió con buenos ojos la iniciativa propuesta por el Comité Olímpico Internacional de que los atletas de Yugoslavia –en ese momento compuesta por Serbia y Montenegro– participasen en los Juegos como Equipo Independiente representado por el mismo COI, sin uniforme propio y con el himno y la bandera olímpicos. Estas condiciones impuestas por el COI fueron aceptadas por el Comité Olímpico Yugoslavo. “Las cosas van por buen camino”, explicó Pasqual Maragall.