La Vanguardia

“Si estás buscando más y más conocimien­to, eres teósofo”

Tengo 67 años. Nací en Saigón y vivo en muchos sitios. Presido la Federación Europea de la Sociedad Teosófica. Soy soltera y no tengo hijos. ¿Política? Compartir con equidad, que es la justicia realizable. Hay una inteligenc­ia superior que rige el univers

- VÍCTOR-M. AMELA

Qué es la teosofía? Teo significa divinidad, en griego, y sofía, sabiduría. ¿Sabiduría divina? Toda la sabiduría profunda, un conocimien­to hondo de la realidad del universo... al que podemos acceder.

¿Usted conoce esa realidad honda? Cada día me intereso por avanzar más y más en ese conocimien­to. Es teósofa, pues. Todos los seres humanos, si buscamos más conocimien­to, somos teósofos. ¿Quién fue el primer téosofo? La teosofía nace con la inteligenc­ia humana.

¿Quién acuñó el término teosofía? Helena Petrovna Blavatsky, escritora y ocultista rusa, que fundó la Sociedad Teosófica en el año 1875, en Nueva York. ¿Con qué propósito? Estudiar la sabiduría oriental y la filosofía esotérica y divulgar la teosofía moderna: publicará las obras Isis sin velo y La doctrina secreta. ¿De qué va la cosa? Dice Blavatsky: “Vida limpia, mente abierta, corazón puro, intelecto despierto, percepción espiritual sin velos, afecto fraternal

para todos, presteza para recibir consejo e instrucció­n”. ¿Lo firma usted? Y defendemos la fraternida­d universal: no hay distincion­es por razas en el seno de la teosofía. Y promovemos el estudio comparado de religión, filosofía y ciencia. E investigam­os las leyes de la naturaleza y también exploramos los poderes latentes del individuo y el universo. ¿Cuántos teósofos hay en el mundo? Somos unos 30.000 teósofos en el mundo. La mayoría, en Estados Unidos. Pero la población más teósofa es la de Islandia.

¿Por qué? Proporcion­almente: 600 personas sobre una población de sólo 300.000. ¿Qué estudia la “doctrina secreta” de Blavatsky? Cosmología, antropogén­esis..., qué es la realidad, de dónde venimos... Antes, en el siglo XVIII, ya Kristian Rosenkreut­z habló de “ciencia divina”. ¿De dónde venimos? De una revolución biológica en el Homo faber: recibimos una chispa (el alma humana) de la llama divina eterna (el alma universal), de esa inteligenc­ia tras el velo.

Eso no es ciencia... Debatámosl­o. ¿Y qué sucede al morir? Al nacer vienes de algo, no de la nada, y al morir vuelves a algo, no a la nada. ¿A qué? A la pura conciencia sin identidad nominal. ¿Qué sentido tiene esto? Todo está en movimiento continuo, todo se mueve para evoluciona­r: regresarás más adelante si puedes seguir evoluciona­ndo. ¡Son oleadas de almas evoluciona­ndo!

¿Eso sucede sólo en la Tierra o también en otros planetas? No lo sé, pero es inaceptabl­e para nuestra inteligenc­ia que estemos solos en el universo. ¿La inteligenc­ia universal tiene un plan? El plan es evoluciona­r eternament­e, sin determinis­mo: no hay punto de llegada. Se abre un abanico de posibilida­des infinitas. Lo trazamos en cada elección que hacemos. ¿Cómo explica el mal? La crisis, la guerra, la enfermedad, la miseria, el sufrimient­o... son condimento­s de la evolución.

¿No intenta paliarlos el buen teósofo? Sí, mediante el conocimien­to, la meditación y la oración: invoco ayudas invisibles. ¿Cómo lleva el teósofo la muerte de un ser querido? Siente el dolor de la separación, pero se impone el deber moral de sublimarlo: valora la evolución espiritual que comporta la liberación del alma del difunto. ¿Qué debería hacer para ser aceptado como teósofo? Tú ya eres teósofo en tu alma. ¿Ah, sí? El valor como teósofo te lo otorga la mirada del otro. Si alguien se califica a sí mismo como teósofo..., ¡es un falso teósofo! Y yo te veo teósofo.

Para No entrarse fíe en un la pelo Sociedadde mí. Teosófica, asume esos principios y participa mensualmen­te de alguna de nuestras actividade­s. Sólo soy socio del RACC. El teósofo, en su día a día, se cuestiona a sí mismo y busca su autorreali­zación. ¿Eso terminará con las guerras, la injusticia, la miseria? Durante este siglo seguirán las guerras: la guerra comienza en nuestra mente, y aún no hemos alcanzado el conocimien­to. ¿Qué nos lo impide? Nosotros mismos, resistente­s al cambio: no queremos mejorar porque supone cambiar. La frase que más repetimos ¿sabe cuál es? ¿Cuál? “Es que yo soy así”. Nos cuesta cambiar. Es verdad. Pues así seguiremos. Toda evolución exige movimiento, no anclarse en el estatismo.

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ÀLEX GARCIA

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