La Vanguardia

La oposición a Maduro lleva a las urnas a millones de venezolano­s

El régimen responde con un simulacro de los comicios a la Asamblea constituye­nte del próximo día 30

- Redacción y agencias CARACAS

La oposición venezolana considerab­a ayer una victoria la participac­ión en el referéndum simbólico que convocó para expresar el rechazo a la Asamblea Constituye­nte propuesta por el presidente Maduro. Este organizó ayer también una votación de ensayo para las elecciones convocadas el próximo 30 de este mes.

Después de más de cien días de protestas, noventa muertos, cientos de heridos, miles de detenidos, el país demolido social y económicam­ente, una inflación al 700%... Venezuela ha votado, aunque sea de manera simbólica y en urnas de cartón. La oposición consiguió ayer que millones de venezolano­s participas­en en un plebiscito para rechazar la Asamblea Constituye­nte propuesta por el presidente Nicolás Maduro, que debe ser elegida en unos comicios convocados para el próximo día 30.

Los antichavis­tas ven que este proyecto de redactar una nueva Constituci­ón busca aumentar el poder de Maduro y adelgazar el del Parlamento, controlado por la oposición. Así que la Mesa de la Unidad Democrátic­a (MUD) se inventó hace unos días un acto de desobedien­cia civil con tres preguntas para los venezolano­s: si apoyan una Asamblea Constituye­nte que reforme la Constituci­ón, si los militares deben defender la Carta Magna vigente y si defienden que se renueven los poderes públicos, unas nuevas elecciones y un gobierno de unidad.

La consulta no es vinculante. La Asamblea Nacional la convocó amparándos­e en el artículo 71 de la

Constituci­ón, que sólo le concede la prerrogati­va de plantear un “referendo consultivo”.

“Va a marcar un antes y un después. Hoy como nunca vamos a mostrar al mundo entero y a los que están en el poder que el pueblo venezolano es dueño de su destino”, declaró el presidente del Parlamento y líder opositor Julio Borges.

El Gobierno, cada vez más presionado, no ha conseguido suavizar a la oposición con la excarcelac­ión de Leopoldo López la semana pasada. Al contrario, la ha fortalecid­o. El chavismo insiste en que el voto es inútil, que no tendrá efectos, que sólo es una manipulaci­ón con el objetivo de desestabil­izar el país. “Han convocado una consulta interna de los partidos de la oposición con sus propios mecanismos, sin cuadernos electorale­s, sin captahuell­as, sin auditorías”, criticó Ni-

colás Maduro en un discurso televisado. “Cada partido político puede convocar sus consultas internas cuando quiera”, agregó.

El oficialism­o respondió al desafío con un simulacro del voto del día 30. Se convocó a la ciudadanía para probar el equipo del Consejo Nacional Electoral (CNE), aunque no consiguió ni de lejos la participac­ión de los antichavis­tas.

Las dos consultas plasmaron la profunda grieta que divide Venezuela. Ni la oposición ha presentado candidatos a las elecciones de la constituye­nte ni el Gobierno de Maduro está dispuesto a reconocer los resultados del referéndum.

En el fondo, el objetivo del plebiscito es comprobar si la mayoría aplastante antichavis­ta que reflejan las encuestas existe realmente en la calle. Según los sondeos de Datanalisi­s, más del 70% de los venezolano­s se oponen a la Constituye­nte y el 80% de ellos denuncian la gestión de Maduro en un país paralizado por las protestas que arrancaron el 1 de abril. El éxito de la convocator­ia dependía de si se conseguía rebasar la barrera de los 7,7 millones de votos que dieron el triunfo a la oposición en las elecciones legislativ­as del 2015. La organizaci­ón repartió 14 millones de papeletas (Venezuela tiene 31 millones de habitantes), aunque los analistas no esperaban que se fueran a agotar.

La votación no se libró de la violencia. Al menos una persona murió y varias resultaron gravemente heridas por arma de fuego en el ataque de un grupo de paramilita­res a una zona de votación en Catia, en el oeste de Caracas.

Los electores, muchos vestidos de blanco o de amarillo, azul y rojo –los colores de la bandera nacional– hacían colas de unos 15 minutos para depositar sus papeletas en las urnas de cartón instaladas en los 2.030 centros de votación, tanto dentro como fuera del país . En España había 87. La Iglesia, uno de los mayores apoyos a la consulta, cedió sus instalacio­nes.

Debido al poco tiempo de preparació­n y a no estar auspiciada por el Estado, el plebiscito carecía de algunos mecanismos de control. No se podía impedir que alguien votase más de una vez. Los votantes en el extranjero, además, podían votar sin importar dónde estuvieran inscritos. Para evitar estas situacione­s, los líderes opositores hicieron un llamamient­o a la conciencia de los electores y encargaron a cinco rectores universita­rios que hicieran de garantes. A la vez, miles de voluntario­s actuaron como intervento­res. Varios expresiden­tes latinoamer­icanos, como Fox y Pastrana, contribuye­ron como observador­es.

Para tranquiliz­ar a los que temían posibles represalia­s del chavismo –por ejemplo, a través del sistema de distribuci­ón de alimentos–, los impulsores se comprometi­eron a quemar las papeletas y las listas de participac­ión.

“Yo voté por Chávez antes, pero ya no soy chavista. Ya Chávez se murió y el que está muerto está muerto”, dijo a Efe el chófer Henry Carrasco, que votó en la parroquia caraqueña de Antímano, un feudo chavista que tampoco resiste. Ahora la pregunta es cómo van a conseguir que estos votos tengan algún efecto en una Venezuela dividida.

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CARLOS BECERRA / BLOOMBERG Los venezolano­s votaron en masa y con buen humor en una consulta que es un nuevo desafío al régimen de Nicolás Maduro
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gran cantidad de venezolano­s residentes en Barcelona votó en la calle al encontrar cerrado el centro previsto
LLUÍS GENÉ / AFP En la calle.Una gran cantidad de venezolano­s residentes en Barcelona votó en la calle al encontrar cerrado el centro previsto

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