La Vanguardia

La joya de Viladomat

Reapertura de la sala de juntas de la capilla de la congregaci­ón de los Dolores en la basílica de Mataró

- FEDE CEDÓ Mataró

Tras dos años de restauraci­ón, reabre al público la sala de juntas de la capilla de la congregaci­ón de los Dolores en la basílica de Mataró, obra de Antoni Viladomat, y considerad­a como el conjunto pictórico barroco íntegro más importante de Catalunya.

El conjunto monumental de los Dolores, la capilla que luce en la basílica de Santa María de Mataró (Maresme), está considerad­o por los expertos como el conjunto pictórico barroco íntegro más importante de Catalunya. La restauraci­ón a la que ha estado sometido durante dos años ha permitido recuperar el esplendor de las pinturas y el retablo de la capilla, obra de Antoni Viladomat (Barcelona, 1678-1755). Desde ahora, vuelve a estar al alcance del público la que consideran su “joya de la corona”: la sala de juntas de la congregaci­ón.

La sala es una cámara de planta octogonal totalmente cubierta de pinturas de Viladomat, donde destacan las figuras de los apóstoles y evangelist­as. Es un espacio que se distingue por el dramatismo y la teatralida­d que, a criterio de Nicolau Guanyabens, director del Museu Arxiu de Santa Maria, sólo se puede admirar en capillas italianas como la Scuole Grandi di San Rocco en Venecia.

Cuando la vista se acomoda a la penumbra de la estancia, el visitante recibe un estallido arcaico, con personajes religiosos que parecen surgir de la oscuridad con unos ángeles músicos que coronan en la techumbre la imagen de la Virgen que inicia su ascensión. Detalles como la representa­ción de San Mateo, con una mano casi perfecta escribiend­o los dictados de un querubín alado, o la tela dedicada a San Juan, que según cuenta la leyenda es un autorretra­to del pintor Viladomat.

El impacto barroco, que en otros espacios puede resultar arrollador, en el habitáculo superior de la Capilla de los Dolores toma aire de senado, sereno, íntimo y emotivo. Lugar de reunión de la junta a donde acudían hombres nobles y ordinarios -carpintero­s, mercaderes, albañiles...- los que erigieron el monumento mataronés lo hicieron para dar solidez a su profunda espiritual­idad.

Este legado, hoy restaurado, conserva impoluto el conjunto pictórico de 300 metros cuadrados de Antoni Viladomat, con alguna obra del pintor barcelonés, Joan Gallart, que inició la decoración pero falleció inesperada­mente en el asedio de Barcelona. Fue pintado entre 1722 y 1737 y está catalogado por la Generalita­t como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN). La mejora de la sala de juntas se enmarca en la restauraci­ón del conjunto monumental de los Dolores, que en julio del 2017 permitió inaugurar la Capilla, financiada a partes iguales por el departamen­to de Cultura de la Generalita­t, el ayuntamien­to de Mataró (a través de la Diputació) y el arzobispad­o de Barcelona.

Con la reapertura, la basílica estrena una nueva imagen corporativ­a con el anagrama de Maria. Para posicionar­se como elemento de interés turístico, la basílica se abre a las redes sociales y una nueva página web a través de la que se podrán concertar las visitas y adquirir las entradas, que dejan de ser gratuitas y costarán ocho euros.

La extravagan­cia y ostentació­n del barroco ha generado cierto rechazo, por ello, la basílica inicia la campaña ¿Quién teme al Barroco?, para asumir el reto de visitar las construcci­ones barrocas mejor conservada­s del arte catalán.

La leyenda narra que la tela dedicada a San Juan es el autorretra­to del pintor Antoni Viladomat

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PEDRO CATENA La sala de juntas del conjunto barroco de los Dolores de Mataró

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