Macron dice que “el antisionismo es una reinvención del antisemitismo”
Netanyahu asume la representación de los judíos víctimas del nazismo en Francia
Emmanuel Macron ofreció ayer un polémico triunfo a Beniamin Netanyahu al invitarle a la conmemoración del 75 aniversario de la deportación de 13.000 judíos en París.
El presidente francés hizo suya la tesis de que “el antisionismo”, es decir la oposición a un nacionalismo en cuyo nombre se excluye, discrimina y oprime, ocupando su territorio, a la población palestina desde hace décadas en violación del derecho internacional, “es la forma reinventada del antisemitismo”.
El primer ministro israelí, le agradeció inmediatamente esta mezcla de géneros, que es la suya. El estado de Israel se defiende ritualmente de las críticas a su política y de las denuncias a los abusos de su ocupación, calificándolas como muestras de “antisemitismo”. El razonamiento alcanza su máximo absurdo al aplicarse a críticos de nacionalidad israelí o a la abultada comunidad judía mundial que no comulga con esa política.
“Usted ha dicho que el antisionismo es un acto de antisemitismo”, subrayó Netanyahu, en una declaración de prensa efectuada en el Elíseo. El primer ministro presentó a continuación a su país como “un bastión occidental” que, “es por ello detestado por el islamismo” en el marco de una “guerra de civilización”, concepto que el propio Macron también utilizó el domingo en Niza.
El marco de este intercambio fue la emotiva conmemoración de la razzia del Velódromo de Invierno de París, el 16 de julio de 1942. Unos 13.000 judíos, niños en su tercera parte, fueron detenidos, concentrados en aquel lugar del distrito XV parisino (demolido en 1959) y deportados a AuschwitzBirkenau. Apenas un centenar de ellos regresaron.
“En tres meses hubo 40.000 detenciones y deportaciones, la población francesa expresó su hostilidad y obtuvo el freno de la colaboración judicial”, explicó el escritor Serge Klarsfeld, gran activista de la memoria del antisemitismo en Francia, que en los años sesenta y setenta desenmascaró a criminales de guerra refugiados en América Latina como Klaus Barbie. “Sin ese freno que pusieron los valores cristianos y republicanos, tres cuartas partes de los judíos de Francia, y no una cuarta parte, el nivel más bajo de exterminio de Europa, habrían sido los eliminados”, dijo Klarsfeld.
Francia mantuvo una actitud ambigua sobre su responsabilidad en aquel crimen, alegando que la Francia colaboracionista de Vichy no era la República Francesa, hasta que el Presidente Jacques Chirac asumió la responsabilidad del Estado francés en 1995.
“La III República aportó al Mariscal Petain (el jefe del régimen de Vichy) el grueso de su personal, así que ver en ello una monstruosidad nacida de la nada es cómodo pero es falso”, declaró Macron en el momento más brillante de su discurso.
La invitación a este acto de Netanyahu, un partidario de la colonización y los muros, ha creado malestar en los medios judíos franceses críticos con la política de Israel, que utiliza para sus fines la memoria del holocausto. Francis Kalifat, presidente del Consejo Representativo de los Judíos de Francia (CRIF) que es una plataforma de la política de Israel en Francia, relacionó también el “antisemitismo” con, “las odiosas campañas de boicot y desinversión (BDS, contra la ocupación) que expresan el odio a Israel”. Francia es uno de los pocos países europeos que ha criminalizado la campaña BDS.
En su declaración al término de dos horas de conversación con Netanyahu en el Elíseo, Macron hizo la habitual declaración ritual de los políticos europeos a favor de los dos estados, pidiendo negociaciones y el cese de “las construcciones en las colonias”.
Algunos medios y no pocos observadores franceses se interrogan estos días acerca del dinámico “pragmatismo” del presidente francés. En mes y medio, Macron ha recibido con la máxima cordialidad a tres dirigentes políticos claramente situados a la derecha de la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen: el 30 de mayo, recibió a Vladimir Putin con gran pompa en el Palacio de Versalles, el domingo a Donald Trump, invitado de honor al desfile de la fiesta nacional francesa, y ayer a Beniamin Netanyahu con motivo de la conmemoración de la dramática redada y deportación de judíos en París.
Al obrar así, el presidente ha recompensado a Netanyahu, a quien trató como “querido Bibi”, “como si fuera el primer ministro de los judíos del mundo y no del Estado de Israel”, señala Hubert Huertas, comentarista del portal Mediapart.