La Vanguardia

El Trump de Rusia

La familia Agalárov es el gran vínculo directo del presidente estadounid­ense con Moscú en la trama del Rusiagate

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Todavía habrá que rascar mucho si se quiere implicar al Kremlin en la reunión secreta que mantuvo el hijo mayor de Donald Trump con una abogada rusa. Esta, Natalia Veselnítsk­aya, carece de contactos conocidos con el poder ruso. Y los Agalárov, Araz y su hijo Emín, a quienes se atribuye la iniciativa de dicha reunión, tienen grandes negocios inmobiliar­ios, con contactos en las altas esferas, pero tampoco forman parte del círculo íntimo del Kremlin.

Hasta el momento se había acusado al presidente estadounid­ense de tener vínculos con el poder ruso a través de sus colaborado­res y de los negocios de estos, como su ex jefe de campaña Paul Manafort, que en el 2005 trabajó con gente próxima al partido del ex presidente ucraniano Víktor Yanukóvich, próximo al líder ruso, Vladímir Putin; o como el actual secretario de Estado, Rex Tillerson, que trabajó como alto ejecutivo de la petrolera ExxonMobil­e y tuvo contactos con Ígor Sechin, un hombre de enorme confianza de Putin y cabeza de la petrolera estatal rusa Rosneft.

La reunión de Donald Trump Jr. con la abogada rusa el 9 de junio del año pasado resulta importante porque es la primera vez que el entorno del presidente admite que intentó obtener la ayuda de Rusia en la carrera electoral contra la demócrata Hillary Clinton, y porque es la primera vez que aparecen vínculos directos del presidente con Moscú.

Estos vínculos son los que tiene desde hace varios años el magnate-presidente con Araz Agalárov y su hijo Emín, gracias a los cuales Trump llevó a la capital rusa en el 2013 su concurso de miss Universo.

Emín Agalárov, quien según la versión del publicista británico Rob Goldstone tuvo la idea de concertar la entrevista, es un conocido cantante de pop en los países de la antigua Unión Soviética. Además de haber triunfado en el escenario, es hijo del multimillo­nario ruso Araz Agalárov, al que en ocasiones se la ha llamado el Trump de Rusia por su tendencia a destacar su nombre en sus proyectos inmobiliar­ios.

Agalárov nació en Bakú (hoy, Azerbaiyán) en 1955. En los años noventa empezó a levantar su imperio con pequeños negocios, a veces vinculados a los ordenadore­s, la ropa y los zapatos de lujo. Sus tiendas terminaron convirtién­dose en el Crocus Group. A mediados de esa década construyó en el centro de Moscú la Casa Agalárov, un edificio de apartament­os de lujo.

Emín estudió en Suiza y en Estados Unidos. Estuvo casado con Leila Alíeva, hija del presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev. Se divorciaro­n en 2015.

La semana pasada Araz Agalárov intentó desvincula­rse de la entrevista entre Donald Trump Jr. y Veselnítsk­aya. En una intervenci­ón en la emisora de radio Business FM, calificó el último episodense dio de Rusiagate de “invención” y dijo que no conocía bien “a ese tal Goldstone”. “Me parece que es una especie de ficción. No sé quién está montándola. ¿Qué tiene que ver Hillary Clinton con todo esto? No lo sé”, aseguró.

En el 2013 logró importar a Moscú el gran show-negocio de Trump: miss Universo. Viajó a EE.UU. para encontrars­e con Trump en Las Vegas y cerrar el contrato. El concurso de belleza se celebró en el Crocus-City Hall de la capital rusa, un centro de congresos, conciertos y conveccion­es que forma parte del complejo Crocus y que incluye un enorme centro comercial.

Araz Agalárov y otros inversores pagaron 14 millones de dólares a Trump, que viajó a Moscú para la ocasión.

El hoy presidente estadouni- envió entonces una invitación a Putin para que asistiera a la ceremonia, además de una propuesta para verse cara a cara. El jefe del Kremlin se disculpó y envió, en cambio, un regalo típico ruso: una caja lacada. En ese frustrado intento de entrevista, Araz Agalárov hizo de enlace entre Trump y el Kremlin.

Los Agalárov son empresario­s de éxito que han recibido varios contratos para llevar a cabo proyectos de construcci­ón con financiaci­ón estatal, lo que indica su cercanía al Gobierno aunque no formen parte del núcleo duro de empresario­s de confianza del Kremlin. Poco después del concurso de miss Universo, Putin condecoró a Araz Agalárov con la Orden de Honor de la Federación Rusa.

Entrevista­do en junio del año pasado por The Washington Post, Emín Agalárov dijo que su familia hizo amistad con los Trump tras el concurso de belleza y que escuchaban con interés su punto de vista sobre las relaciones entre Rusia y EE.UU. El cantante declaró que “(Trump) solía decir que siempre que hay una fricción entre EE.UU. y Rusia es malo para ambos países. En beneficio de la gente, hay que arreglar esto. Tenemos que ser amigos”.

Esa amistad sirvió también para anunciar otro gran proyecto. Agalárov parecía dispuesto a convertirs­e en el espejo de Trump en Moscú. Querían construir una Torre Trump como la de Nueva York, pero el proyecto no cuajó.

Luego, los Agalárov y los Trump siguieron manteniend­o contacto. El americano apareció en uno de los vídeos musicales de Emín en el 2013, y en diciembre del 2014 le felicitó por su 35 cumpleaños a través de un vídeo en internet.

En esa época, el 2013, Donald Trump ya estaba ponderando meterse en la carrera por la presidenci­a. Durante la campaña del año pasado la visión que Trump tenía sobre Putin y sobre Rusia se convirtió en un tema recurrente que le sigue persiguien­do hasta en la misma Casa Blanca.

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STEVE MARCUS / REUTERS El magnate Araz Agalárov y su hijo, el cantante Emín Agalárov, amigos de Donald Trump

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