“Ayudo mientras gano experiencia laboral”
Irati Abad pasa el verano diseñando y fabricando productos para personas con discapacidad
Al número 8 de la plaza del Guinardó, 14 personas entran cada día a trabajar, de nuevo de la mañana a las cinco y media de la tarde. Fabrican piezas y aparatos electrónicos destinados al consumidor final o al sector industrial para el centro especial de trabajo Esclatec, que depende de la fundación Esclat. Y dicen que se encuentran tan a gusto que las vacaciones de agosto les parecen demasiado largas.
Todos ellos tienen una gran discapacidad, que quiere decir que es física y psíquica a la vez, pero eso no les impide hacer su trabajo. Por ejemplo, ellos montan las ruedas de las bicicletas del Bicing, pronto fabricarán un carrito de la compra motorizado (patentado por Esclatec con la marca Rolser) y una silla de ruedas que se puede controlar a través del móvil.
El centro cuenta con personal de apoyo, entre un psicólogo, un fisioterapeuta, un monitor de comedor, un informático y diseñadores industriales, que precisamente han creado algunos de los productos que después fabrican los trabajadores.
Este verano, el equipo contará con la ayuda voluntaria del Irati Abad, una ingeniera industrial de 22 años que el año pasado vino de Vitoria a Barcelona para cursar el máster de diseño de producto a la escuela Elisava. Huyendo de los estereotipos glamurosos que suelen rodear su trabajo, Irati explica que a ella le gusta la rama del diseño social, aquella que se dedica a la creación de productos sociales e inclusivos.
Por eso, el voluntariado le viene como anillo al dedo. “No solo puedo dedicar mi tiempo a lo que más me gusta sino que, además, puedo hacer un trabajo útil de verdad. Esclatec me permite crear productos y herramientas aptas para todos y dar trabajo a personas con discapacidad”. Irati explica que encontró al voluntariado a través de la universidad y que, en principio, la estancia sólo tendría que durar las tardes de este mes de julio. Pero pocos días después de empezar, ya dice que la dedicación le parece poca, que vendrá algunas mañanas a ayudar y que le gustaría alargar el voluntariado durante el próximo curso. Irati quiere encontrar trabajo, si puede estar en el mundo del diseño social de producto, pero igualmente cree necesaria la tarea que hacen a los voluntarios.
De hecho, no es el primer voluntariado que realiza. Cuando empezó la universidad, obtuvo el título de monitora de ocio y a través de la residencia donde vivía, en Arrasate (allí donde estudió ingeniería industrial), le asignaron una estancia en una asociación que da asistencia a personas que sufren discapacidad psíquica. Ha repetido tres años y ahora, que se ha trasladado a Barcelona, no quiere abandonar esta tarea que le parece tan gratificante.
“Parece muy complicado trabajar con personas que sufren una discapacidad, sea física o psíquica, pero a mí me parece que es al revés. Se me hace más fácil trabajar en este ambiente. Las personas que sufren una discapacidad son francas y eso quiere decir que cuando se enfadan, se enfadan de verdad, pero que cuando te dan las gracias puedes estar convencido de que son las más sinceras que recibirás nunca de alguien. También ellos saben que no todo el mundo está dispuesto a ayudarlos”.
Irati cree que, sin duda, estas personas necesitan ayuda, pero que ayuda no quiere decir darlos todo masticado sino facilitarlo para que puedan hacer el trabajo ellos mismos. Y el centro especial de trabajo de la fundación Esclat dice que en este ámbito es un ejemplo paradigmático. Desde finales de los 90 que Esclatec se preocupa por hacer investigación, desarrollo, innovación, pero sobre todo inclusión social.