La Vanguardia

“Barcelona debe ser la sede del Senado y un ministerio o más”

¿Años? Muchos, pero la nostalgia es un error que no cometo. Nací en Madrid: aquí se vive mejor de lo que se cree. La familia da alegrías y algún disgusto. No sé si he encontrado a Dios, pero lo intuyo. Catalunya recela de España desde que Carlos I absorbi

- LLUÍS AMIGUET

Cómo ha llegado a nacionalis­ta español desde el PCE? Yo no soy nacionalis­ta. Déjeme decir sin petulancia que soy ciudadano del mundo. Y me hice comunista, porque el PCE y el PSUC eran los únicos que luchaban contra la dictadura, pero siempre creí en la necesidad de emprendedo­res.

¿Se ha librado usted de todo comunismo? Me quedan las buenas lecturas. El manifiesto comunista es el mejor panfleto político jamás escrito. Pero ya le dije a Carrillo cuando abandoné el partido en 1981 que el marxismo-leninismo no era una ciencia, por mucho que lo dijera el comité central.

Español sí que lo es usted. Y me fascinan Goya, Cervantes, Hernán Cortés...¿Imagina su encuentro con Moctezuma?

No sé si a los aztecas les hizo tanta ilusión. Fue la fascinante reunión de dos civilizaci­ones y dos continente­s. Lea al mexicano José Luis Martínez y le transmitir­á esa fascinació­n.

Usted firmó los pactos de la Moncloa: también fueron un encuentro insólito. Aún dan ejemplo en el mundo. He estado en mayo en el Senado argentino explicándo­los. Y se han estudiado en Brasil, Argentina, Rusia, Chile y nos invitaron a Felipe González y a mí a explicarlo­s en Vietnam, pero Felipe no quiso.

¿Por qué? Porque, en el fondo, aquellos acuerdos no le gustaron. Felipe siempre sospechó que eran el fruto de un pacto secreto previo entre Suárez y los comunistas antes de que él los firmara.

¿Lo hubo? Un diplomátic­o italiano, Pantaleoni, lo explica muy bien: los pactos de la Moncloa no son sino

el compromiso histórico: aquella alianza entre la democracia cristiana y el comunismo, que había teorizado Gramsci y pretendido Aldo Moro con Enrico Berlinguer.

A la CIA no le gustaba ese acercamien­to. EE.UU. no podía aceptarlo y por eso Aldo Moro es asesinado y Berlinguer, arrinconad­o. Pero ese compromiso frustrado en Italia se hizo realidad aquí y nuestros pactos crearon la nueva Seguridad Social y se reformó el Banco de España...Y se logró la concertaci­ón social que nos permitió progresar tras la dictadura.

¿Se ha acabado el pactismo en este país? Se ha acabado la transición y el bipartidis­mo de los partidos constituci­onalistas, porque la democracia ya está consolidad­a. Hemos pasado página en España y vivimos en otro momento con sus propias claves. Eso es todo. ¿La Constituci­ón que usted firmó ya no da para más? Si no da para más, pues habrá que actualizar­la, porque no es un monolito. Si la de EE.UU. aún funciona es porque se le han hecho 27 enmiendas que la han ido poniendo al día y la nuestra sólo lleva dos, así que habrá que aplicar su título X que prevé reformarla cuando hay mayoría.

Usted ya lleva tiempo dándole vueltas. Con Muñoz Machado proponemos, sí, revisar la Constituci­ón para que la mayoría de los catalanes se sientan a gusto con ella.

¿Qué sugiere usted? Pues reformar el Senado para darle más sentido y llevarlo a Barcelona. Ya harán los catalanes que funcione. Y llevaría allí también al Ministerio de Administra­ciones Territoria­les además de otros organismos importante­s.

Ya lo propuso Maragall sin éxito. Pero tenemos ejemplos cercanos que son una realidad muy próspera. Miremos a la Alemania Federal: la policía bávara...

Del Estado libre asociado de Baviera. ...No hace mucho vigilaba las fronteras alemanas y tribunales, banco central, y hoy todo tipo de organismos federales están repartidos por todos los estados donde funcionan muy bien.

El Estado o lo repartes o te lo parten. Yo creo que el desapego catalán hacia el estado español tiene su origen en Carlos I, que absorbió la Corona de Aragón sin respetar su soberanía. En cambio, Hungría protestó en su día y obtuvo un estatus confederad­o como parte del imperio austro-húngaro.

¿Y estamos a tiempo de solucionar­lo? Creo que ahora se debe reformar la Constituci­ón y reparar ese error para que la mayoría de catalanes se sientan cómodos en ella.

¿Por qué cree que un 47, 8% de catalanes han votado opciones independen­tistas? Por una mezcla de pensamient­o mágico y ensoñación modernista sin base histórica, porque Cataluña sólo fue independie­nte con el Conde Borrell II, quien, asediado por los moros, pidió ayuda al imperio carolingio, y, como no la obtuvo, se negó después a reconocerl­e autoridad.

De eso hace ya unos añitos, don Ramón. Es historia y sin ella no hay presente. Artur Mas y yo estuvimos repasando mi libro sobre Catalunya juntos. Aprendimos los dos.

Siendo excomunist­a predica usted hoy contra la municipali­zación a los podemitas. Los asociados por la Excelencia de los Servicios Públicos defendemos en Remunicipa­lización que remunicipa­lizar servicios como el agua por puro prejuicio ideológico no va a beneficiar a los ciudadanos. Se lo dije a Ada Colau.

Ellos dicen que ustedes están comprados por las multinacio­nales concesiona­rias. El gran alcalde comunista de Bolonia, Renato Sangueri, defendía que el consistori­o tiene la soberanía y la titularida­d de cada servicio, pero servir a los ciudadanos es adjudicar la gestión a quien mejor la haga. Y a menudo la mejor gestión es la público-privada.

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DANI DUCH

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