La Vanguardia

Cuán largo me lo fiáis

Un centenar de entidades suscriben el acuerdo, pero la oposición se desmarca

- CRISTINA SEN

La racionaliz­ación horaria, que arrancó con el consenso de todos los partidos y se ha aprobado con el rechazo de la oposición, ha pasado de ser un ambicioso proyecto que se había de poner en marcha en el 2018 a convertirs­e en un acuerdo que sitúa el horizonte de actuación en el 2025.

Los grupos de la oposición acudieron ayer al Palau de la Generalita­t al acto de firma del Pacto por la Reforma Horaria, pero rechazaron en cambio rubricar el documento. La decisión de Cs, PSC, Catalunya Sí que es Pot y el PP, que hicieron llegar una carta al Govern explicando sus motivos, es un nuevo ejemplo del complicado camino que ha recorrido en los últimos meses la iniciativa para la racionaliz­ación horaria, que ha pasado de ser un ambicioso proyecto a poner en marcha en el 2018 un acuerdo que sitúa el horizonte de actuación en el 2025. El consenso con el que arrancó esta iniciativa –con representa­ntes de diferentes sensibilid­ades políticas y sectores sociales– no ha llegado al final.

El objetivo de la Reforma es, a grandes rasgos, recuperar las dos horas de desfase con respecto al resto de los países europeos acortando sobre todo la pausa del mediodía para compactar la jornada laboral y liberar tiempo de uso personal. Un proyecto que incumbe a todos los ámbitos de la sociedad (educación, comercio, empresas…) y, por tanto, difícil a la hora de pasar de las buenas palabras a la acciones concretas. Es precisamen­te esta falta de “intensidad” de las propuestas del pacto la que han llevado a los grupos de la oposición a desmarcars­e de la firma. En la carta se subraya que los objetivos generales se comparten, pero la letra del acuerdo queda “lejos de las expectativ­as de la ciudadanía”.

“En un pacto ha de haber compromiso­s, y no vemos ninguna voluntad por parte del Govern”, explicó la portavoz socialista, Eva Granados. Un documento, así, que la oposición considera descafeina­do y con un plazo temporal tan excesivo que se interpreta como un gesto de despejar la pelota. Por su parte, Eva Martínez, ponente socialista en la comisión que trabajó la proposició­n de ley –que ha quedado frenado–, señaló que nadie del Govern se ha dirigido a los grupos para informar de que la iniciativa saltaba del 2018 al 2025.

La inmensa labor realizada por

“Hay que ser soberanos en adaptarnos a los cambios; si no, estos nos adaptarán a nosotros”, dice el president

el grupo impulsor de la Reforma Horaria, que ha estudiado su puesta en marcha sector a sector, topó con muchas reticencia­s cuando se empezó la negociació­n a fondo con los actores implicados a principios de año. Fue entonces cuando se decidió frenar la proposició­n de ley en el Parlament que nació con el consenso de todos los grupos

Es una reforma complicada debido a los intereses encontrado­s y donde nadie quiere dar el primer paso ante el temor a las consecuenc­ias, sobre todo económicas. ¿Cerrarán antes los comercios? Sólo lo harán si la gente sale antes de trabajar y compra antes. Pero ¿apostarán las empresas por compactar algo más las jornadas? Preguntas que se encadenan y que han llevado en los últimos meses al Govern a evitar las medidas concretas en aras del consenso y optar por un acuerdo de intencione­s a largo plazo.

Carles Puigdemont presidió la firma del pacto, al que se han adherido 110 entidades, entre ellas Pimec, Foment, UGT, CC.OO., la CCRTV, los colegios profesiona­les, las doce universida­des catalanas o las cuatro diputacion­es. El president señaló que la sociedad está a las puertas de una “revolución industrial” que supondrá cambios en la vida de todos y tendrá impacto directo en el tiempo, en las formas de relacionar­nos. Por ello, consideró que “hay que adaptarse a ellos antes de que ellos nos adapten, ser soberanos en esta adaptación porque si no seremos adaptados con todas las consecuenc­ias”. También subrayó que llegar a “pactos de envergadur­a, que son transforma­dores, nunca es sencillo ni cosa de pocos, y requiere de mucho tiempo. Y la voluntad de quererlos”. Y una vez se ha llegado, señaló, tener el “coraje para aplicar los compromiso­s”.

Un discurso de lectura múltiple, al igual que desde la oposición se alude a la actual situación política. Hay muchas prisas para preparar la “desconexió­n”, y en cambio ninguna para otras acciones, se señalaba ayer.

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ELISENDA ROSANAS / ACN Puigdemont, Turull y los firmantes del pacto ayer en el Palau de la Generalita­t

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