La Vanguardia

La culpa es del diccionari­o

Últimament­e se suceden las campañas de colectivos o gremios que confunden a los lexicógraf­os con legislador­es

- Màrius Serra

El zoo de Barcelona ha iniciado una campaña para cambiar la definición de zoológico que da el diccionari­o. Les parece corta. Dicen, en un vídeo, que es como si la definición de escuela fuera “un lugar grande al que van niños entre pequeños y mayores” o la de coche “algo para movernos” o la de la mesa “lo que hay por casa, a veces”. Se nota que no suelen leer diccionari­os. Reproducen la definición de zoo en el GDLC de Enciclopèd­ia: “Lloc espaiós, normalment un jardí o un parc, on hi ha aplegats nombrosos animals ferèstecs o exòtics, exposats a la vista del públic”. Les parece que no los define y argumentan de modo prolijo todo lo que no dice la definición: “No vemos que diga que muchas de las especies que están en el zoo están amenazadas de extinción o incluso ya se han extinguido en la naturaleza. No habla del estudio del hábitat de los animales para poder reintroduc­irlos o entender por qué están en peligro. No habla de nada que se parezca a la conservaci­ón ex situ. Del mangabey de cresta blanca ni de la repoblació­n de la gacela dorcas. Y obviamente no habla del estudio de la flora y fauna autóctonas o del estudio del comportami­ento migratorio del rorcual en aguas catalanas”. Obviamente, dicen. La campaña no tiene nada que ver con la lexicograf­ía. Es una lícita operación de imagen diseñada para reivindica­r el nuevo papel que quieren tener los parques zoológicos para justificar su pervivenci­a. Y han pensado en el diccionari­o como una oportunida­d de promoción. Porque aquí lo único obvio es que una definición de diccionari­o de zoo no puede hablar de mangabeyes ni de gacelas ni de rorcuales. La lexicograf­ía distingue entre diccionari­os (de ámbito general o especializ­ados) y encicloped­ias. Los sentidos de las palabras evoluciona­n, y es bueno que los diccionari­os lo reflejen en su papel de notarios, pero últimament­e se suceden las campañas de colectivos o gremios que confunden lexicógraf­os con legislador­es.

Los responsabl­es institucio­nales del zoo de Barcelona, adscritos al Ayuntamien­to, deberían conocer la existencia de la Secció Filològica del Institut d’Estudis Catalans, una institució­n que tiene por mandato ejercer de academia de la lengua catalana y que gestiona las definicion­es del diccionari­o normativo (DIEC) a través de una Comissió de Lexicograf­ia que se reúne periódicam­ente para valorar las solicitude­s de cambios y adoptar acuerdos que posteriorm­ente se aplican a la edición en línea y a la aplicación de móvil del DIEC-2. La definición actual de zoológico es: “Recinte espaiós amb diversos vivaris on s’exposen espècies d’animals, especialme­nt feréstecs o exòtics, a la vista del públic”. Si envían una petición más clara y sucinta de cómo podría mejorar la definición para ajustarse a la realidad la comisión, la estudiará gustosa. Las señas del IEC: calle Carme, 47, 08001 Barcelona.

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