La Vanguardia

“Hay muchas crías y todas tienen que comer”

Anna Planella dedica el verano a alimentar polluelos, que en algunos casos llegan heridos

- BÀRBARA JULBE Castelló d’Empúries

Con una mano, Anna sujeta un vencejo común y con la otra le abre el pico manteniénd­olo bien abierto, lo hace con delicadeza y destreza a partes iguales. Después, con la ayuda de unas pinzas coge un grillo descongela­do al sol y se lo introduce. El ave lo engulle rápido. Parece tener hambre. Así que le da otro. Y aunque pide más, “de momento ya basta porque todavía se está recuperand­o”, comenta esta joven de 24 años de Camprodon que se dedica a dar de comer de manera voluntaria a los polluelos que se recuperan en el Centre de Fauna dels Aiguamolls de l’Empordà.

El espacio donde trabaja está repleto de cajas con respirader­os. Dentro hay una treintena de golondrina­s y una cincuenten­a de vencejos comunes, además de una oropéndola. La mayoría son crías, que han caído o saltado del nido –algunos están heridos– y han llegado aquí porque alguien los ha traído tras encontrarl­os en la calle pensándose que estaban abandonado­s (pese a estar en el suelo, sus padres siguen alimentánd­olos) o bien a través de los Agents Rurals. Algunos ingresan por unos días y otros pueden quedarse un mes o más.

Anna, que hace dos años acabó Biología Ambiental en la Universita­t Autònoma de Barcelona, empieza su primera ronda de comida a las nueve de la mañana y tarda una hora en alipara mentarlos a todos. A los insectívor­os les da grillos o gusanos de harina y a los granívoros un preparado especial. Una vez termina, vuelta a empezar pues estas aves comen cada dos horas pero los más pequeños cada hora. Metódico y cuidadoso. Este es su trabajo desde junio, cuando empezó, hasta finales de agosto. También los pesa, cambia el papel de las cajas o los saca fuera que musculen en unas cajas mayores, entre otras tareas.

Según explica, personas de su entorno no entienden por qué trabaja gratis, pero ella lo tiene claro: “Te hace sentir bien. Ayuda a abrir puertas. Te da experienci­a. Conoces a gente y te enseña cómo es el mundo real de ser biólogo. No te aburres, no paras. Hay muchas crías y todas tienen que comer”, recalca.

El centro, que rehabilita y atiende (y cuando ya es posible, libera) a un 80 por ciento de pájaros y en menor medida reptiles y mamíferos, calcula que de enero a julio del año pasado ingresaron 400 pájaros y este año ya son más de 700. Este ha sido un buen año de cría, pero el calor extremo ha afectado a las aves. Según el responsabl­e del centro, Bertu Minobis, “los polluelos, que están en los nidos, puede que tuvieran mucho calor y saltaran para continuar viviendo en el suelo”. Es cuando algunos, en el intento, se lesionan. “En un día podemos llegar a tener 30 ingresos. Cuesta asumir todo el trabajo con los tres empleados que somos. El voluntaria­do y la aportación de los estudiante­s en prácticas es imprescind­ible”, indica Minobis.

Este es el primer verano que Anna está en los Aiguamolls, pero ella hace años que ejerce tareas altruistas. Ha pasado por el centro de Torreferru­ssa (Barcelona) y la Fundación CRAM para la conservaci­ón y recuperaci­ón de animales marinos, y está vinculada al Centre de Recerca Ecològica i Aplicacion­s Forestals (Creaf), donde hace de voluntaria en un proyecto de captura y recaptura de marmotas en el Pirineo.

Si el plumaje y el peso del ave son correctos, la recompensa no tarda en llegar. La liberación es un momento mágico. “Llegan pequeños. Los alimentas. Crecen y puedes liberarlos y marchan bien... Es muy satisfacto­rio. El voluntaria­do es necesario porque veo que puedo ayudar tanto a los empleados como los polluelos”, afirma.

 ?? PERE DURAN SERRAT ??
PERE DURAN SERRAT

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain