Una ópera apta para diabéticos
Alberto García Demestres y Cristina Pavarotti estrenan en Peralada ‘Sugar blood’
Había decidido no escribir más música porque la vida del compositor es muy complicada –sobre todo la economía– y porque su último trabajo, L’eclipsi, que logró un gran éxito, le dejó “bastante eclipsado”. De hecho, Alberto García Demestres (Barcelona, 1960) ganó con L’eclipsi el premio Max al mejor musical, “la primera vez que lo obtenía una ópera... pero nadie se dio cuenta”, señala. Así las cosas, asegura sonriendo que le dijo a un amigo con churrerías en Filipinas que le diera trabajo en una: “Acabar vendiendo churros habría sido un final precioso para un compositor”. Pero el director del Cor Vivaldi, Òscar Boada, le fue a buscar y le azuzó para que hiciera una nueva creación para sus jovencísimas cantantes. Una obra que inicialmente iba a ser una cantata corta y ha acabado en otra ópera: La straordinaria vita di Sugar Blood, cuyo libreto ha escrito junto a Cristina Pavarotti, la hija del gran tenor, al cuál además está dedicada.
Una ópera que este jueves se estrena en el Festival de Peralada en versión concierto y cuyo argumento gira entorno a un tema poco común en escena: la diabetes, enfermedad que García Demestres padece y que le provocó en el 2015 un ictus el día de su cumpleaños, experiencia que ha reflejado en el montaje. Un montaje que supone su particular lucha contra la enfermedad y que nació a partir de que una de las niñas del Cor Vivaldi es diabética como él.
La protagonista de la ópera es una niña, Sugar, de la que se ven sus cumpleaños desde los 10 a los 14 años. Los padres de Sugar, casi siempre ausentes, son una cantante de ópera –encarnada por Sara Blanch– y un agente secreto –el actor Pere Ponce. Sugar es diabética tipo 1 y su abuelo, Sesto –al que da vida el tenor Antoni Comas–, tipo 2. “En el abuelo hay cosas inspiradas en mí”, dice el compositor, “un ictus como el que tuve, se refleja todo lo que me pasó”. García Demestres recuerda que durante el ictus “flipaba”: en la mano veía sólo cuatro dedos, por teléfono decía cosas incongruentes, recordaba nombres rarísimos de sus hermanos, tocaba una nota al piano y salía otra... “Un ictus es una posibilidad más de los que tenemos diabetes. Cuando tienes diabetes y no te cuidas muchos años como yo he hecho, juegas a la lotería en muchas cosas”, advierte, y dice que para él es importante que esta ópera ayude a gente con diabetes que no ve claro que cuidarse vale la pena. “Pasas años sin notar nada, cuando ya lo notas es que estás jorobado. Si sabes que tienes azúcar y te cuidas, seguramente tendrás una vida sin problemas, pero estamos en una sociedad donde nos cuesta mucho renunciar, incluso al azúcar, parece un desastre, y hemos de aprender. Sugar es como yo quisiera que fuéramos todos, muy seria, consciente de lo que hace. Su único problema es el amor, cuando la rechazan, la desajusta y hace cosas que no debería”, explica.
Cristina Pavarotti añade que “la obra tiene momentos dramáticos, pero también de broma, pensando en los niños actuales, que se pueden identificar con Sugar, una chica muy curiosa y viva”. No sólo eso: también hay momentos muy dulces. Sugar sueña que el cocinero Jordi Roca –de El Celler de Can Roca– le susurra un postre, y en el descanso todo el público podrá comer ese postre apto para diabéticos. “Tienes un postre soñado, cantado, y después te lo comes. Para alguien que tiene diabetes tener un postre sabroso es la bomba”, subraya el compositor.
Un creador que explica que musicalmente –hay piano, cuencos tibetanos, palos de lluvia y koshi– ha hecho “una catedral”: “Es una obra tremendamente difícil para todos, para el coro es asquerosamente difícil”, aunque desde fuera no se vea así. De hecho, ironiza, “me he sentido desolado pensando que soy mal compositor porque no quería hacer algo tan difícil, sí quería incluir una pieza a cappella, el Ictus day, muy complicada, de concurso, pero todo lo demás bastante más fácil, y no ha sido así. Musicalmente no te deja estar tranquilo ni un momento”.
La diabetes es protagonista de la ópera: la niña Sugar y su abuelo la padecen, como el compositor