Clamor de los comerciantes contra el ‘top manta’
Clamor contra la dejadez del Ayuntamiento, al que acusan de aplicar un doble rasero
Las asociaciones de comerciantes de Barcelona, por segundo año consecutivo, salieron ayer en tromba para denunciar la consolidación del fenómeno del top manta. El año pasado el comercio creó la plataforma de afectados por esta práctica, a través de la cual pretendían exponer las quejas y agravios que les ocasiona la implantación casi permanente de la venta ambulante ilegal.
El verano pasado el sector criticó la labor del Ayuntamiento para atajar la fenómeno y exhibió su unidad en una rueda de prensa en la torre Altamar, situada en el paseo Joan de Borbó, que se convirtió en la imagen icónica del despliegue masivo de vendedores ambulantes con cerca de ochocientos puntos de venta. La venta ambulante discurría desde el principio hasta el final de la avenida convirtiéndola en un auténtico bazar. La imagen de la presencia masiva de manteros se podía observar perfectamente desde lo alto de la torre. La situación actual es otra y así lo confirmaron las vistas que ayer se podían contemplar. No había manteros, aunque la plataforma recordó que los vendedores se instalan en el paseo cuando los Mossos dan por finalizado el dispositivo. Igualmente, recordaron que la presencia de vendedores ambulantes se extiende también de forma masiva en el Park Güell, la Barceloneta y el parque de la Ciutadella.
Según los comerciantes, la menor intensidad del top manta significa que el fenómeno ha mutado. “El top manta sigue siendo un problema y este problema se ha agravado”, afirmó sin tapujos Fermín Villar, el presidente de la Asociación de Afectados del Top Manta. A su parecer, el año pasado la problemática se complicó por culpa de un efecto llamada alentado por la pasividad municipal, y este año se produce un “efecto contagio”. Los comerciantes denuncian que otros colectivos se aprovechan de la “dejadez del Ayuntamiento” para optar por la venta ambulante. Los manteros eran mayormente inmigrantes subsaharianos sin permiso de residencia que ofrecían sus productos de forma itinerante por las calles, mientras que en la actualidad el fenómeno se extiende también a las playas, donde otros colectivos, algunos de ellos nacionales, ofrecen pareos y toallas, y cócteles, bebidas y comida sin ninguna garantía. Los comerciantes alertan que la impunidad mantenida con el
top manta ha desencadenado una situación en la que otros colectivos optan por vender en la calle. “Hay gente que se está apuntando y que hace un año no lo hacían”.
Los comerciantes entienden que la presión que ejercieron sobre el Ayuntamiento el año pasado le obligó a actuar para frenar los efectos del top manta, pero las políticas implementadas no les satisfacen. “El problema está enquistado y ahora se ha ampliado”. Denuncian que el gobierno de Ada Colau aplica un doble rasero. Lamentan la mano dura con la que se combate “una silla de más en una terraza o que un cliente salga con la copa de vino a la calle a fumar” y, en cambio, la laxitud con la que se actúa en contra de la venta ambulante. “Existe una dejadez por parte de la administración para hacer cumplir la norma”, mientras que hay “más de 500 organizaciones” que sí están obligadas a cumplir una normativa, a pagar impuestos, a asegurar a sus trabajadores e incluso a cobrar las bolsas de plástico. “El negocio legal, perseguido hasta el límite, y el ilegal, no”, reprochó Villar, al tiempo que añadió que “Barcelona es la ciudad donde es más fácil vender ilegalmente y la persecución es más laxa”.
Las quejas de los comerciantes fueron dirigidas en general a todas las administraciones, pero en particular al Ayuntamiento, puesto que “la ocupación masiva del espacio público” es su responsabilidad. Por esta razón reclaman un cambio de discurso que condene la práctica de
Nuevos grupos extranjeros se apuntan a la venta ambulante ilegal La plataforma de afectados lamenta la laxitud municipal con los manteros
la venta ilegal en las calles. “Queremos claridad”, ya que creen que “Colau esconde la cabeza bajo el ala y no busca soluciones”.
Preguntados por cuál es la medida que solventaría el problema, responden que no les corresponde a ellos sino a la administración.
Una de las vías emprendidas por el Ayuntamiento para buscar una salida a los manteros fue la creación de una cooperativa cuyo coste, según la plataforma, es de 800.000 euros; pero los resultados no son muy halagüeños dado solamente han encontrado trabajo 54 personas, lo que supone un costo por trabajador demasiado alto. La plataforma también avisa de que la nueva marca registrada Top Manta con la que los manteros quieren vender sus productos podría incurrir en una falsificación por diseño registrado.