La Vanguardia

Justicia poética

- I. MARTÍNEZ DE PISÓN, escritor Ignacio Martínez de Pisón

El 29 de octubre de 1936 se produjo la fracasada ofensiva de las tropas republican­as en la localidad toledana de Seseña. Si para los especialis­tas esa batalla es importante porque por primera vez entraron en acción los carros de combate soviéticos, para los historiado­res de la literatura lo es porque acabaría marcando el destino del novelista Ramón J. Sender. Recordémos­lo: Sender, que había sido un exaltado anarquista, se sentía por entonces muy próximo a los comunistas y combatía como oficial en el Quinto Regimiento, fundado precisamen­te por el Partido Comunista. Su superior jerárquico era Enrique Líster, que había destacado en la defensa de Madrid. En 1966, cuando Líster publicó sus memorias, las posturas de ambos eran irreconcil­iables: si Líster, exiliado en la Unión Soviética, se mantuvo fiel a la ortodoxia comunista hasta el final de sus días, Sender, exiliado en Estados Unidos, no había tardado en convertirs­e en un acérrimo anticomuni­sta. En esas memorias, Líster, cumpliendo una venganza segurament­e saboreada a lo largo de esas tres décadas, acusaba a Sender de haber desertado durante la batalla y afirmaba que había sido inmediatam­ente degradado.

Sender recreó sus experienci­as en el frente en la novela Contraataq­ue. En ella cuenta la batalla de Seseña sin hacer ninguna referencia a esas supuestas deserción y degradació­n. Claro que Contraataq­ue se publicó en 1938, mucho antes de que Líster lanzara su acusación. Cuando esto ocurrió, Sender se apresuró a desmentirl­o con rotundidad: él ni había abandonado su puesto de combate ni había sido nunca degradado. Pero había pasado mucho tiempo desde entonces y no se tenía noticia de otros testigos, así que era la palabra de uno contra la del otro. ¿A quién creer? La sospecha de una deserción deshonrosa persiguió a Sender hasta su muerte, que se produjo en 1982.

Más o menos por esa época, la hispanista italiana Donatella Pini empezó a investigar qué había de cierto en todo eso y descubrió otro testimonio escrito sobre la supuesta degradació­n de Sender. El autor de ese texto era el también italiano Vittorio Vidali, más conocido en España como Carlos Contreras, fundador del Quinto Regimiento, implacable martillo de anarquista­s y trotskista­s, sospechoso de haber ordenado o efectuado varios asesinatos políticos. Su versión de los hechos coincidía en esencia con la de Líster y, de hecho, cuando Pini se puso en contacto con Vidali (que moriría muy poco después, en 1983), este la remitió al testimonio del otro. Ahora eran la palabra de Vidali y la de Líster contra la de Sender, y este parecía llevar las de perder. Pero algunos indicios animaban a creer que Sender había dicho la verdad, y Pini no descansó hasta dar con la prueba irrebatibl­e. El Boletín de la 1.ª Brigada Mixta tenía una sección titulada “Nuestros jefes y héroes” que estaba concebida para ensalzar la figura de algún miembro relevante del Quinto Regimiento. Por esa sección pasaron Líster y Vidali, y por ella pasó también Sender, al que se calificaba de “gran escritor proletario” y “ejemplo vivo para todo luchador antifascis­ta”. La semblanza de Sender apareció en el número del 31 de diciembre de 1936, es decir, dos meses después de la supuesta degradació­n. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que los servicios de propaganda del regimiento habrían celebrado como uno de “nuestros jefes y héroes” a un hombre que dos meses antes hubiera sido degradado de manera infamante? La conclusión a la que llegó Pini no admite discusión. La acusación de Líster, luego reiterada por Vidali, no era más que una vil calumnia: una invención tardía con la que difuminar sus propias responsabi­lidades en el fiasco de Seseña y, de paso, desacredit­ar a un rival político, convertido retroactiv­amente en un desertor y un cobarde.

Breve cronología de los hechos: la batalla tuvo lugar en 1936, la calumnia se publicó en 1966 y Pini la desmintió en 1990. Podríamos decir que, aunque con retraso, al

La sucia calumnia que persiguió a Sender en sus últimos años ha vuelto a la vida

final la justicia poética se acabó imponiendo... Pues no, o en todo caso no definitiva­mente. En marzo de este mismo año, una editorial de Trieste, de donde era natural Vidali, publicó un volumen titulado Racconti sulla guerra di Spagna que recoge varios escritos suyos sobre la etapa en la que se hacía llamar Carlos Contreras. Entre ellos está el texto sobre Ramón J. Sender y su falsa degradació­n en Seseña, un texto que el propio Vidali, reconocien­do implícitam­ente su inautentic­idad, nunca llegó a publicar en vida. No acompaña al texto ninguna nota que ponga al lector sobre antecedent­es o le informe sobre la documentad­a refutación de Donatella Pini. Así pues, cincuenta y un años después de publicarse y veintisiet­e después de ser neutraliza­do, el viejo y venenoso infundio vuelve a estar en circulació­n, y parece que con renovados bríos. Como esos monstruos de las películas que reaparecen inesperada­mente cuando todos los hemos dado por muertos, la sucia calumnia que persiguió a Sender en sus últimos años ha vuelto a la vida.

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