La Vanguardia

Ser de barrio o no

- Francesc-Marc Álvaro

En la presentaci­ón del cartel de la fiesta mayor de Barcelona, su autor, Xavier Mariscal, explicó que el personaje protagonis­ta de su obra “es una chica de barrio, quizás de Nou Barris, lleva gafas que son placas solares, luce un collar reciclado...”. Chica de barrio. Chico de barrio. ¿Cómo dibujaría a una chica que no fuera de barrio? Es un misterio que no me deja dormir. ¿Se puede ser chico o chica de no barrio? Hay no lugares, pero no hay no barrios. ¿Todos somos de un barrio u otro, verdad? En Barcelona, y en la mayoría de las ciudades grandes y medianas del país y del mundo. Excepto, quizás, las personas de pueblos muy pequeños, donde no hay barrios propiament­e dichos.

¿Ser de barrio qué significa? Entramos en el puro esoterismo. Cuando se dice “de barrio” quizás se quiere decir “sólo de unos barrios” o “sólo de aquel barrio concreto”. Alguien a quien escucho a menudo me cuenta que eso, en boca de algunos, significa ser auténtico, como si ciertos barrios fueran “más verdad”. Más “Catalunya real”. Ser chico o chica de barrio, según mi conocido, sería una manera de decir que alguien es “de los buenos”, porque ser de los buenos te ahorra dar explicacio­nes. El asunto se complica cuando más parece clarificar­se: ¿ser de uno u otro barrio te hace mejor persona? Hay quien lo piensa, aunque no ose expresarlo. Es una forma caricature­sca de llevar la tentación chovinista a las últimas consecuenc­ias. Hay gente para todo. Como hay buena gente y mala gente en todas partes.

Ya me perdonaran si le doy vueltas al asunto. No soy barcelonés, aunque lo fui durante unos años. Ahora lo soy de adopción laboral diaria, que es otra cosa. Mi barrio serían los trenes del bonito servicio de cercanías de Renfe, circunstan­cia que –espero– podría facilitar que Mariscal me considere un verdadero “chico de barrio”, como su Merche dibujada. De hecho, los no barcelones­es somos forasteros –palabra que se está perdiendo– y también podemos ser periférico­s, en más de un sentido. Si no me dedicara al periodismo, no sería –me parece– consciente de mi condición periférica, y ahora no hablo de territorio­s. La periferia como ubicación del individuo tiene que ver con el combate sutil entre el mérito y los linajes, entre saber quién eres y la imitación subordinad­a de lo que nunca serás. El lenguaje te puede camuflar, pero no puede convertirt­e en el otro.

Una especie interesant­e son los que se definen como “chico/a de barrio y ciudadano/na del mundo”. A veces, lo ponen en el perfil de Twitter como quien muestra la bandera blanca de la belleza y la verdad. Uno de mis mejores amigos es de Nou Barris, ha vivido muchos años en el extranjero y no escribiría nunca una frase de este tipo. No tiene necesidad alguna de hacerse querer ni perdonar por los que, desde el centro, dan el carnet de periférico redimido.

¿Ser de uno u otro barrio te hace mejor persona?; hay quien lo piensa, aunque no ose expresarlo

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