El bando del alcalde Maragall
A un paso del inicio de los Juegos, Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona, dictó un bando con diez normas en el que manifestó a la ciudad que “los Juegos Olímpicos no son nuestros, sino que pertenecen a la humanidad entera”. El alcalde pidió a los ciudadanos un comportamiento cívico, “el máximo de urbanidad” y especialmente el cumplimiento de las normas de vialidad y de tráfico. Asimismo, Maragall demandó también respeto a “los símbolos comunes que Catalunya comparte con todos los pueblos de España”, en referencia a la bandera y al himno españoles, pero dejó claro al mismo tiempo que “los catalanes, los barceloneses (...) queremos mostrarnos ante la llama y ante el mundo tal como somos, después de quince años de democracia y autonomía y de casi dos siglos y medio de no reconocimiento o desconocimiento de nuestras constituciones y estatutos”. Finalmente, afirmó que “hemos de basar en el éxito organizativo y de participación la presentación de nuestra singularidad como comunidad humana, más allá de la gesticulación para identificarnos ante el mundo. Los Juegos son de todos, esta es la divisa que debe guiarnos. El mundo confía en ello”.
El bando de Maragall hacía referencia a la preocupación del comité organizador por los silbidos que había recibido el himno de España en todos los ensayos realizados en el Estadi Olímpic por parte de un sector del público invitado. En este sentido, la Crida mantenía negociaciones con el Ayuntamiento para suprimir sus acciones propagandísticas durante los Juegos, aunque reconocía tener miembros de su organización entre el voluntariado que intervendría en la ceremonia de inauguración. Lógicamente, la tensión era evidente.