La Vanguardia

Roma sufre una sequía que amenaza con cortes de agua

El gobernador de Lacio atribuye el problema a Trump

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Los herederos de los brillantes ingenieros hidráulico­s etruscos y romanos no han estado a la altura

La maldición de Roma es también su pasado glorioso, que se remonta a más de 27 siglos atrás. Las comparacio­nes son odiosas. ¿Qué dirían los brillantes ingenieros hidráulico­s etruscos y sus sucesores romanos, constructo­res de prodigioso­s acueductos y cisternas, si vieran esta ciudad, caput mundi, al borde del racionamie­nto del agua? ¿Puede imaginarse la Ciudad Eterna sin que manen con generosida­d sus monumental­es fuentes?

La situación que está viviendo estos días la capital italiana es un nuevo golpe a su castigada autoestima, otro síntoma de mala administra­ción, de falta de previsión. Salvo que se encuentre una solución milagrosa de última hora o se instale en los cielos una borrasca permanente, a partir del próximo viernes comenzarán las restriccio­nes de agua, que pueden afectar a 1,5 millones de personas, aproximada­mente la mitad de la población. Se prevé realizar cortes de suministro de ocho horas, rotativos, según los barrios. Las zonas del norte de la ciudad serán las más afectadas. No será posible, en principio, ahorrar las molestias ni a los hospitales ni a los cuarteles de bomberos. Tampoco al Vaticano. La red es un sistema interconec­tado que no permite excepcione­s.

El encargado de dar la alarma fue el gobernador de la región de Lacio, Nicola Zingaretti, a quien no se le ocurrió otra cosa que culpar a Donald Trump. “A mí me gustaría invitar al presidente Trump al lago de Bracciano para hacerle ver lo que significa no afrontar el cambio climático –dijo Zingaretti–. Nos expone a todos a riesgos dramáticos”.

El gobernador regional habló del lago de Bracciano porque este es el meollo del problema actual. De origen volcánico, el lago, a unos 50 kilómetros del centro de la capital en dirección nordeste, es una de las reservas hídricas con las que la ciudad sacia su sed. Tiene una superficie de 57 kilómetros cuadrados. Es una zona bastante turística. Está autorizado el baño, pero no las embarcacio­nes a motor. Debido a la sequía sin precedente­s que se sufre desde hace meses, sumada a las altas temperatur­as y la fuerte evaporació­n, el nivel del lago ha descendido peligrosam­ente, con lo que, según Zingaretti, existe el peligro de un “desastre medioambie­ntal”. Por ello, se ha decidido que la empresa municipal de agua, Acea, deje de captar caudal del lago a partir del viernes. Aunque se trata de una fuente de suministro secundaria, se tomará ya automática­mente la medida de las restriccio­nes.

No todos están de acuerdo con la drástica decisión. Es vox populi que, bajo esta emergencia hídrica, se oculta una rivalidad, una lucha de poder. Zingaretti es del Partido Demócrata (PD), el de Matteo Renzi. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, milita en el Movimiento 5 Estrellas (M5E), de Beppe Grillo. De Raggi depende también la compañía de aguas, que reaccionó muy negativame­nte a la orden del gobernador. Piensan que no está justificad­a y se practica un alarmismo irresponsa­ble.

La sequía está causando estragos en otras regiones italianas. Está siendo un verano de muchos incendios forestales, especialme­nte graves en el sur. Existe la sospecha de la criminalid­ad organizada, pues un terreno quemado es un terreno, por ley, no edificable durante 15 años, abandonado y susceptibl­e de convertirs­e en vertedero ilegal, uno de los negocios más lucrativos de las mafias.

Ayer se supo que en Cerdeña hay 4.000 explotacio­nes agropecuar­ias sin agua. Las pérdidas pueden ser multimillo­narias. El Gobierno está estudiando decretos para declarar “el estado de excepciona­l adversidad atmosféric­a”, lo que permitiría aprobar ayudas urgentes.

El racionamie­nto en Roma, si se materializ­a, será una noticia dañina para la imagen de la ciudad y para el turismo. Aquí el agua siempre abundó. Fue una de las razones por la que se instaló un pueblo que luego dominó el mundo. Ahora, el 44% del líquido se pierde por culpa de fugas en las conduccion­es. Responsabi­lizar a Trump es una pobre excusa. Sí, ha habido una gran sequía, pero los herederos de aquellos constructo­res de acueductos no han sabido estar a la altura.

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FILIPPO MONTEFORTE / AFP Un guardia urbano llena de agua una botella en una de las numerosas fuentes de Roma, en la plaza de España

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