El yerno de Trump admite sus contactos con Rusia
Kushner dice que mantuvo cuatro reuniones en las que no se habló de elecciones
Kushner rechaza que se tratase de una confabulación
Jared Kushner, yerno del presidente de Estados Unidos, que le nombró consejero principal, declaró ayer a puerta cerrada durante dos horas ante miembros del Comité de Inteligencia del Senado, que investiga si hubo una confabulación del equipo de campaña de Donald Trump con los rusos para perjudicar a Hillary Clinton. En síntesis, Kushner admitió cuatro reuniones con interlocutores rusos pero negó rotundamente haber participado en un complot.
“Todas mis acciones fueron apropiadas y formaron parte del curso normal de los eventos de una campaña muy singular”, declaró Kushner en la Casa Blanca, al terminar la reunión con los congresistas. “No tuve connivencia con los rusos –añadió– ni conozco a nadie en la campaña que lo haya hecho”.
Kushner rechazó la idea de que la injerencia rusa hubiera propiciado la derrota demócrata en las elecciones, afirmando que el mensaje de su suegro era mejor que el de Clinton y que Trump llevó a cabo una campaña “más inteligente”. En su opinión, sostener que Trump ganó gracias a la ayuda rusa “ridiculiza a los estadounidenses que le votaron”.
En su declaración pública posterior a la reunión con los miembros del Comité de Inteligencia, Kushner no aceptó preguntas de los periodistas, pero antes dio a conocer un informe de once páginas donde explica con pelos y señales su versión de sus contactos con los rusos.
El yerno de Trump y miembro principal del equipo de campaña relata cuatro contactos con rusos el año pasado. El primero fue un apretón de manos con el entonces embajador ruso, Sergei Kislyak, antes de un discurso de Trump en abril. El segundo fue en la polémica reunión con una abogada rusa en la torre Trump de Nueva York en junio. El tercero fue otra reunión con Kislyak después de las elecciones, pero antes de la toma de posesión de Trump, y el cuarto fue el encuentro con el banquero estatal ruso Sergey Gorkov, también durante el periodo del traspaso de poderes.
Estas reuniones ya eran conocidas porque fueron detectadas por los servicios de Inteligencia y filtradas a la prensa. Kushner no lo explicó todo cuando debió someterse a la verificación de seguridad como nuevo alto cargo en la Casa Blanca, pero alegó que fueron descuidos de sus ayudantes.
La declaración de Kushner plantea algunos interrogantes y contradicciones. Admite que planteó al embajador ruso la posibilidad de establecer un canal directo y seguro
“No tuve connivencia con los rusos ni conozco a nadie en la campaña que lo haya hecho”, dice el familiar
de comunicación con el Kremlin para “hablar de Siria”, pero negó que su intención fuera evitar a los servicios de inteligencia estadounidenses. Con todo, no está claro que sin formar parte todavía de la Administración la ley le autorizara a tener ese tipo de contactos.
De la reunión con la abogada rusa dijo que sólo estuvo diez minutos a petición de Donald Trump júnior. y que desconocía que le hubieran prometido al hijo del presidente información para perjudicar a Clinton procedente del Kremlin. También aseguró que en la reunión con el banquero Gorkov este lamentó la mala relación entre Washington y Moscú, sin entrar a discutir sobre sanciones o políticas concretas. Kushner asegura que tampoco hablaron de negocios, una versión diametralmente opuesta a la del propio banquero.
El yerno de Trump, que pasa por ser el miembro más influyente del equipo de la Casa Blanca, planteó su declaración como un punto de inflexión que a su juicio debería servir para pasar página del escándalo, pero no parece que sus deseos vayan a cumplirse. Hoy, a diferencia de ayer, tendrá que declarar bajo juramento y el fiscal especial, Robert Mueller, y los dos comités del Congreso están intensificando su actividad hasta el punto de que el presidente Trump ha insinuado posibles decisiones tan drásticas como despedir a Mueller o dictar indultos.