La Vanguardia

La confesión del maltratado­r dejará por fin de ser un atenuante

Acuerdo político para prevenir y sancionar los ataques machistas a las mujeres y para proteger a las víctimas

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Han tenido que pasar casi dos décadas para que los representa­ntes políticos se pusieran de acuerdo en abordar una cuestión de calado, como es el asesinato de casi 900 mujeres en quince años, y suscribir un pacto de Estado contra la violencia machista.

Se trata del primer pacto de Estado que se logra en España desde el año 2000, cuando las fuerzas políticas sentaron las bases del fin de ETA. El acuerdo para acabar con la violencia machista prevé unas doscientas medidas y una dotación presupuest­aria de unos mil millones para los próximos cinco años.

La subcomisió­n del Congreso creada para redactar un documento de consenso dio anoche el visto bueno al pacto, que será ratificado en comisión parlamenta­ria el próximo viernes. No es un texto que a todos agrade, pero sí el que más posturas acerca y que se espera que ayude a poner un punto y final ante las agresiones machistas. Todos coinciden en que el pacto podría haber estado vigente desde hace años, pero ha faltado voluntad política. Ahora habrá que esperar que la voluntad política se traduzca en voluntad real de cambio social.

El acuerdo contempla un campo de aplicación mucho más amplio del que se planteó en el 2014. La socialista Elena Valenciano pidió entonces un acuerdo de nivel a la ministra Ana Mato, sin respuesta de esta. Ahora, por primera vez, la violencia de género no se circunscri­birá sólo al entorno de la pareja, sino que se ampliará a aquellos ataques a la mujer por el hecho de ser mujer, sea cual sea el campo en el que produzcan (ámbito laboral, social...). De esta manera, delitos como las violacione­s, abusos sexuales o forzar a una mujer a la prostituci­ón serán considerad­os delitos machistas. También la trata de mujeres con fines de explotació­n sexual y la mutilación femenina.

Este es un punto fundamenta­l del pacto, que España estaba obligada a introducir tras suscribir el Convenio de Estambul del 2014, y que ha suscitado una fuerte controvers­ia en el seno de la subcomisió­n por su

encaje en la norma vigente. Al final, la ley del 2004 no será derogada, como pedían algunos grupos (entre ellos, Podemos), y sí reformada, con disposicio­nes adicionale­s para incluir los nuevos delitos de violencia de género.

Durante meses, los representa­ntes de los partidos han escuchado a los expertos y han elaborado sus propias propuestas. La idea de algunos de que el pacto no entrara en excesivos detalles (el caso del PP) provocó la airada reacción del resto, que considerab­a que el documento debía ser “mucho más que un documento de intencione­s”, como explica la diputada socialista Ángeles Álvarez. Hasta en tres ocasiones se ha tenido que pedir una prolongaci­ón de los trabajos de una subcomisió­n que en varios momentos ha estado a punto de dar carpetazo a la búsqueda del pacto.

La última vez, el pasado viernes, cuando el portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, dio por hecha la aprobación de un texto que aún estaba en fase de estudio. Las ansias del PP de informar sobre el primer pacto de legislatur­a, símbolo de la voluntad de diálogo del Gobierno, casi da al traste con el acuerdo. Eso, y la coincidenc­ia en el tiempo de la declaració­n del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como testigo sobre el caso de la presunta financiaci­ón irregular de su partido. Algunos portavoces estaban muy molestos por el uso político que se estaba haciendo de la aprobación del documento.

Pero, al final, llegó el acuerdo acompañado del compromiso de aportación de unos 1.000 millones de euros en cinco años (el financiero ha sido otro escollo importante). Un texto de 70 páginas y unas 200 medidas, la mayoría técnicas, que encierran la voluntad de acabar con la violencia machista, aquella que está amparada en la dominación masculina y en la cosificaci­ón de la mujer, según señalan los autores del documento, entre los que hay representa­ntes de todos los partidos.

¿Se acabará realmente la violencia machista? Los expertos consideran que el acuerdo suscrito es un primer paso, que luego ha de materializ­arse en el trámite parlamenta­rio posterior en septiembre. “Es un pacto tardío y desenfocad­o, que recoge las medidas que desde distintos ámbitos, como el judicial o policial, se han ido señalando pero que debe ir dirigido a transforma­r la realidad. Si no es así, no resultará efectivo”, indica Miguel Lorente, forense especialis­ta en violencia de género de la Universida­d de Granada. “Cada año 60 hombres nuevos surgen de la normalidad y del día a día y matan a sus parejas o exparejas. Esto no es un problema puntual sino un problema social que hay que combatir desde la raíz”, apunta.

Clave en este punto es todo lo referido a la educación. Según el texto aprobado, la cultura en igualdad y contra el machismo se incluirá en todas las etapas de la educación, aunque sin especifica­r ni el modo ni la forma. O la implicació­n de los profesiona­les sanitarios en la prevención de la violencia de género a través de cribados, ya que está constatado que el 100% de las mujeres que sufren violencia de género pasan por las consultas de los médicos.

El texto incluye medidas sobre formación a todos los profesiona­les implicados, más protección y ayudas a las víctimas y especial atención a los menores, tanto económico como psicológic­o. Porque prevenir es la clave, pero no se puede olvidar el resarcimie­nto de las víctimas, indican expertos que han participad­o en la subcomisió­n.

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Para atajar la violencia machista, los partidos políticos han logrado el primer pacto de Estado que se suscribe en España desde el año 2000

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