Beata Szydlo
PRIMERA MINISTRA DE POLONIA
El Gobierno de Polonia había defendido a capa y espada una reforma judicial condenada por Bruselas y todos los expertos constitucionales. No esperaba que sería el presidente Duda, hasta ahora un fiel escudero, quien la tumbaría.
El sensacional veto del presidente polco, Andrzej Duda, a la toma del poder judicial por parte del Gobierno nacionalista al que había servido fielmente durante más de 20 meses conmocionó al régimen dirigido con mano de hierro por Jaroslaw Kaczynski, el líder de Ley y Justicia. Y provocó la alegría de la oposición y de cientos de miles de polacos que durante una semana han llenado las calles protestando contra la deriva autoritaria del Gobierno y pidiendo sin mucha fe el veto del presidente a la reforma judicial.
Es obvio que la súbita rebelión de Duda contra el régimen obedeció a las unánimes críticas y advertencias que a raíz del atentado al poder judicial habían llovido por parte de la Unión Europea y todos los aliados europeos más importantes –con excepción del líder nacionalista húngaro, Viktor Orbán–, así como del Departamento de Estado de EE.UU. Pero las más determinantes fueron sin duda las tan multitudinarias como inesperadas y espontánes neas protestas que a lo largo de la semana pasada recorrieron hasta 130 ciudades polacas, en las que participaron cientos de miles de personas, sobre todo jóvenes. El que tantos polacos, a los que la propaganda del Gobierno venía tachando sin cesar de “casta corrupta y alienada”, salieran a las calles para pedir “tribunales libres” pilló al régimen totalmente desprevenido y debió alertar al presidente de que estaba en juego su prestigio popular.
Su veto a dos de las tres leyes del paquete legislativo que suponía el sometimiento del poder judicial al poder ejecutivo es poco menos que una bofetada al líder nacionalista Kaczynski, acostumbrado no sólo a la obediencia marcial de su partido y su bancada parlamentaria, sino del propio presidente, al que hace dos años él mismo sacó del anonimato para presentarlo como candidato de su partido a la presidencia de la República.
La rebelión de Andrzej Duda arruina por el momento los pla- del partido Ley y Justicia de acabar con la democracia liberal basada en la división de poderes y el Estado de derecho e instaurar un régimen autoritario. Planes para los que la imposición del paquete judicial en cuestión de 48 horas, violando la Constitución y los reglamentos parlamentarios, fue una puntilla. Y es que el régimen no tiene por el momento la mayoría parlamentaria de 3/5 requerida para rechazar el veto del presidente y se verá forzado a negociar la reforma judicial, cosa que procuró evitar a toda costa. Duda anunció que pensaba tomar la iniciativa de la reforma judicial en sus manos y proponer leyes correspondientes él mismo.
La decisión del presidente de enfrentarse a Kaczynski y al Gobierno alegró a la oposición, que había cerrado filas en contra de la ofensiva nacionalista. “Es un buen paso pero la cosa no termina ahí –declaró el líder liberal, Grzegorz Schetyna–. Es el comienzo de un proceso de rechazo que seguiremos potenciando”.
Los líderes de la oposición insisten en que el presidente debe vetar también la tercera ley forzada en el Parlamento por la mayoría nacionalista para que el peligro de la supresión de la independencia del poder judicial desaparezca. Mientras que las dos leyes vetadas suponían la toma del Tribunal Supremo por el Gobierno y la supresión del autogobierno del estamento judicial a través del Consejo Judicial Nacional (una especie de Consejo Superior de Justicia), respectivamente, la tercera somete al control del ministro de Justicia a los más de 10.000 juzgados de todo el país, autorizando al ministro a nombrar sus presidentes sin consultar a las juntas de jueces.
También dirigentes históricos del sindicato Solidarnosc, como su legendario líder y expresidente Lech Walesa y Wladyslaw Frasyniuk, notorios adversarios del régimen nacionalista, conminaron a los polacos a no bajar la
BOFETADA “Sorpresa y decepción” del Gobierno, al que Duda había servido fielmente hasta ahora
ALEGRÍA CONTENIDA La oposición pide no bajar la guardia si no se garantiza del todo la independencia judicial