Fanatismo terrorista
Más de 20 muertos en el atentado contra un autobús de funcionarios
Un ataque suicida contra un autobús que transportaba funcionarios del Ministerio de Minas provoca la muerte a una veintena de personas a su paso por un barrio de la comunidad hazara (chií) de Kabul.
La actividad bélica de los talibanes está poniendo a prueba la capacidad del Gobierno afgano de controlar su país. Un ataque suicida contra un autobús que transportaba funcionarios del Ministerio de Minas provocó la muerte a una veintena de personas (la cifra varía según las fuentes) a su paso por un barrio de la comunidad hazara. Este grupo chií ya fue atacado duramente hace un año por el autodenominado Estado Islámico.
La víspera, como colofón a una serie de enfrentamientos con el ejército afgano, los talibanes se hicieron con el control del distrito de Tayuara, en la provincia de Ghor, en el centro del país. Allí fallecieron 35 civiles, aunque los talibanes acusaron al ejército afgano o estadounidense de haber bombardeado por vía aérea el hospital en el que murieron pacientes, médicos y otros civiles.
El ataque de ayer, reivindicado por los talibanes en su cuenta de Twitter, también dejó una cuarentena de heridos, indicó el portavoz de la presidencia, Shah Husain Murtazaui. Según la versión de los atacantes, los ocupantes del autobús eran miembros de los servicios de información y habían causado 37 muertos.
Los ataques de los dos últimos días se producen menos de dos meses después de que otro atentado con un camión cargado de explosivos provocara la muerte a 150 personas y heridas a más de 300.
El autobús contra el que chocó el suicida quedó reducido a la carcasa y completamente calcinado, como la mayoría de los cadáveres, lo que dificultaba la identificación de las víctimas.
La explosión se produjo poco antes de las siete de la mañana, hora local, auténtica hora punta en un barrio muy animado en el que hay muchos gimnasios, universidades, comercios y grandes salones que los afganos se disputan para celebrar bodas.
Según el antiguo jefe de los servicios secretos Amrullah Saleh, se trataba de un atentado oportunista, a pesar de que el ataque se produjo ante la casa de un diputado chií. Para Saleh, el objetivo inicial era una manifestación de hazaras desconvocada a última hora del domingo.
La comunidad hazara, una minoría chií de unos tres millones de habitantes, conmemoraba ayer el primer aniversario del atentado contra una manifestación de su movimiento Luz que provocó 84 muertos y más de 300 heridos. Los hazara, marginados desde hace siglos, constituyen una de las comunidades más abiertas del país.
Su vecino Pakistán, acusado de dar cobijo a los talibanes, sufrió ayer en sus carnes la acción de este grupo radical. Veintiséis personas, según la última cifra oficial, fallecieron en Lahore, la capital cultural del país, por una explosión registrada en un mercado frecuentadísimo del sur de la ciudad.
El atentado fue perpetrado por un kamikaze del movimiento talibán pakistaní TTP con una moto convertida en bomba “para matar a decenas de policías”, declaró un portavoz del TTP en un comunicado enviado a los medios locales.
La intencionalidad de los terroristas confirmaba así las primeras sospechas de la policía, que perdió diez agentes en el ataque. Las autoridades habían hecho un gran despliegue de policías para echar a los vendedores sin permiso.