Otra corrupción
Pregunto a un empresario qué hay de cierto en la leyenda urbana de que están echando a los trabajadores de más edad, para contratar a jóvenes sin experiencia, pero mucho más baratos. El empresario me responde que no es ninguna novedad, parece mentira que seas periodista, eso lo vienen haciendo desde hace mucho tiempo. “Sólo quería que me lo confirmases, porque acabo de leer que los nuevos parados son gente de más de 40 años”, le replico, un poco avergonzado. Y el empresario me confiesa que a él le duele esa política laboral, pero sería tonto y perdería competitividad si no aprovechase las oportunidades que le ofrece la ley. “Al fin y al cabo nos beneficiamos todos: los empleadores, que aprovechamos mejor la recuperación; los jóvenes, que acceden antes a un puesto de trabajo, y toda la sociedad, que tiene más cotizantes a la Seguridad Social. Piensa que por cada mayor menos en plantilla yo puedo contratar a dos jóvenes”.
Y además, añade este cronista, sin el engorro de la fijeza, que empieza a ser una cosa antigua, casi franquista, que lastra las perspectivas de futuro de un empresario moderno e innovador. De ahí que se estén firmando millones de contratos, pero el 90 por ciento son temporales. Ya lo había dicho Felipe González cuando hizo la primera reforma laboral que provocó una huelga general: lo que importa a los jóvenes es tener trabajo, no cómo sea ese trabajo. Es decir, más vale trabajar un mes que no trabajar ninguno, que es una forma de tranquilizar la conciencia y tener contento al Fondo Monetario Internacional.
Así se está poblando España de trabajadores low cost. Mi interlocutor encontraría justificación. “Pero son trabajadores, oye, y nos beneficiamos todos: el joven, que encuentra una oportunidad; sus padres, que dejan de estar angustiados por él, y toda la sociedad, que evita una revuelta social”. Aquí el que no se conforma es porque no quiere. Este cronista se queda pensando si esa filosofía, ya imperante, ya inamovible, no será otra forma de corrupción. Aprovechar la ley para enriquecerse, contratando a bajo precio y con perjuicio de otros, tiene que tener algo de corrupción. Pero perfectamente legal, faltaría más.