La Vanguardia

La violencia familiar golpea a las mujeres con trastorno mental

El 75% de las que tienen una enfermedad grave ha sido víctima de maltrato en casa

- MAYTE RIUS Barcelona

La Federación de Euskadi de asociacion­es de familiares y personas con enfermedad mental (Fedeafes) ha hecho público un estudio sobre este colectivo con perspectiv­a de género que refleja una cruda realidad: tres de cada cuatro mujeres con algún trastorno psíquico grave han sido víctimas de violencia en el ámbito familiar a lo largo de su vida, y el 80% de las que han tenido una relación sentimenta­l han sido maltratada­s por sus compañeros. La forma de abuso más frecuente es el psicológic­o, seguido del físico y, en último lugar, el sexual, y el maltratado­r más frecuente es la pareja, seguido del padre.

Las cifras se refieren a personas con diagnóstic­os de esquizofre­nia, psicosis, trastornos de personalid­ad, alcoholism­o, drogadicci­ón, trastorno bipolar u otros diagnóstic­os limitantes, y son fruto de la combinació­n de los dos únicos estudios cuantitati­vos sobre el tema que existen en España –la tesis de J.C. González Cases y la investigac­ión de, entre otros, la psiquiatra Cristina Polo Usaola– y la investigac­ión cualitativ­a realizada por Fedeafes hablando con afectadas y con profesiona­les que atienden a mujeres con enfermedad mental o a víctimas de violencia de género. “Hay muy pocos datos sobre el tema en España, pero las conclusion­es coinciden con los estudios cuantitati­vos a nivel internacio­nal: el riesgo de sufrir maltrato se multiplica por tres, por cuatro o por cincocuand­olamujersu­freuntrast­orno psíquico”, comenta Alicia García Santos, consultora e investigad­ora en igualdad de género y responsabl­e del estudio realizado en Euskadi.

Y apunta las razones de esta mayor vulnerabil­idad: “Cuando existe una dependenci­a estrecha para las actividade­s básicas se incrementa el riesgo de violencia, y también cuando no se tienen recursos económicos propios, como les ocurre a muchas de estas mujeres; en segundo lugar, si una persona con trastornos verbaliza que es objeto de violencia se tiende a no creerla y no recibe apoyos; y el estigma de la enfermedad hace que sean personas con poca participac­ión social, aisladas, y con escasos apoyos personales, lo que facilita el camino al maltratado­r”. En este sentido, señala que la mayor vulnerabil­idad se produce en los momentos de agravamien­to de la enfermedad, que suelen ser aprovechad­os por los maltratado­res.

García Santos subraya que más allá de la fuerte vinculació­n entre trastornos psíquicos y violencia, lo que ha puesto de manifiesto su investigac­ión es que se trata de un fenómeno que pasa desapercib­ido y no recibe la suficiente atención por parte de quienes atienden a estas mujeres. “En el 50% de los casos en que la mujer estaba sufriendo violencia en el momento presente, el psiquiatra o el psicólogo que trata su enfermedad no lo sabía; y es representa­tivo el caso de una mujer con esquizofre­nia que, después de diez años siendo tratada por el mismo psiquiatra, cuando le contó que había sufrido abusos sexuales de pequeña, a este le pilló por sorpresa”, ejemplific­a.

Enfatiza que el vínculo entre enfermedad mental y violencia, además de ser muy elevado, se visibiliza de tres maneras diferentes: en muchas ocasiones la violencia está detrás del origen de la enfermedad –el 26% de mujeres con enfermedad mental habían sufrido abusos sexuales en la infancia–; el hecho de padecer un trastorno mental incrementa el riesgo de sufrir violencia en la pareja o en la familia; y el hecho de sufrir violencia agrava la sintomatol­ogía que provoca la enfermedad mental.

De ahí la necesidad, dice García Santos, de que los profesiona­les que atienden a estas mujeres pongan el foco en esta problemáti­ca. Para ello, desde Fedeafes han elaborado una guía con recomendac­iones para los profesiona­les. “Para las mujeres con enfermedad mental la vivencia de la violencia es algo habitual en sus vidas y no tienen problema para hablar de ello cuando entienden que están en un entorno seguro. Se debería abordar este tema de forma sistemátic­a, primero de forma indirecta preguntand­o cómo son sus relaciones familiares y cómo resuelven las discusione­s”, indica.

HOMBRES VIOLENTOS La pareja en primer lugar, y después el padre, son los principale­s abusadores

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