La Vanguardia

Compra de tres edificios del Raval para proteger a los vecinos

El Ayuntamien­to gasta más de 5,6 millones de euros en adquirir 41 pisos en mal estado pero sometidos a una fuerte presión inmobiliar­ia

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El Ayuntamien­to de Barcelona anunció ayer la compra de tres edificios enteros y contiguos de la calle Lancaster, en el barrio del Raval, para evitar que los actuales inquilinos tengan que abandonar las fincas como consecuenc­ia de la fuerte presión inmobiliar­ia que padece esta zona de la ciudad.

El gobierno municipal, que incorporar­á de este modo un total de 41 viviendas al parque público de la ciudad, insiste en que se trata de una medida “excepciona­l” para evitar la expulsión de los vecinos, a los que ofrecerá la posibilida­d de seguir alquilando los pisos a precios muy asequibles y adaptados en función de sus ingresos, siempre y cuando cumplan los requisitos necesarios para acceder a una vivienda pública.

De hecho, una vez formalizad­a la compra –el Ayuntamien­to de Barcelona pagará a la sociedad Olopte 92 por las tres fincas de la calle Lancaster, correspond­ientes a los números 7,9 y 11, un total de 5.658.512 euros– los servicios sociales municipale­s se encargarán de hacer el diagnóstic­o caso por caso.

Esta adquisició­n por parte del Ayuntamien­to de estas tres fincas de Ciutat Vella, codiciadas por posibles compradore­s dispuestos a hacerse con edificios enteros en zonas de alta demanda residencia­l, a rehabilita­rlos y a reponerlos al mercado a precios mucho más elevados, se suma a la que el Consistori­o efectuó hace poco en la calle Leiva del distrito de Sants-Montjuïc. De hecho, en numerosos puntos de Barcelona los inquilinos de pisos que están en el punto de mira de las inmobiliar­ias se están organizand­o para tratar de conservar sus residencia­s y no verse expulsados ante la imposibili­dad de pagar unos precios fuera de su alcance.

En el caso de los vecinos de la calle Lancaster, ya hace meses que alertaron de la situación en la que se encontraba­n. La proximidad a la turística Rambla acrecienta el interés por estas viviendas que, por lo general, se encuentran en malas condicione­s y requieren importante­s obras de mantenimie­nto. En muchos caUna sos, los inquilinos tienen contratos fraudulent­os por lo que, según el Ayuntamien­to, su continuida­d en las fincas estaría en serio peligro si los edificios continuara­n en manos privadas y fueran objeto de alguna operación de compravent­a.

En el caso de los tres bloques de la calle Lancaster, las negociacio­nes entre el Ayuntamien­to y la sociedad propietari­a comenzaron hace meses. La aprobación de una proposició­n en la Comisión de Derechos Sociales presentada por el grupo municipal de ERC, que instaba a la compra de edificios para preservar el derecho a la vivienda de personas con escasos recursos, reforzó esta tentativa que ha acabado cuajando. Aquella propuesta de los republican­os reclamaba la adquisició­n de otro edificio de la calle Lancaster con problemas similares, el número 13, aunque en este caso la compra, según informa el Consistori­o, no ha sido posible.

de las cuestiones que se plantean tras una operación de este tipo es determinar hasta dónde puede llegar la administra­ción pública, con unos recursos finitos, a la hora de aplicar esta medida para incrementa­r un parque público de vivienda que sigue siendo exiguo y que sólo cubre una mínima parte de las necesidade­s.

En este sentido, el Ayuntamien­to aclaró ayer que han de reunirse tres condicione­s: que las fincas estén ubicadas en una zona de fuerte demanda residencia­l y con una presión especulati­va intensa sobre las viviendas en cuestión, que hayan padecido procesos de conservaci­ón coercitivo­s y sancionado­res, y que se encuentren en una zona donde hace más de 13 años que está pendiente la ejecución de un plan especial urbanístic­o.

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ANA JIMÉNEZ

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