El hombre de Lufthansa
Miquel de Jorge fue el hombre de Lufthansa en Barcelona entre 1992 y el 2000, unos años cruciales en el crecimiento del aeropuerto, un proceso del que fue un destacado protagonista.
Nacido en Barcelona, se educó en Alemania, a donde su familia se había trasladado cuando tenía sólo siete años. Vivió en el área de Dusseldorf y estudió en Colonia y Frankfurt. Miquel hizo el grueso de su carrera profesional en el Grupo Lufthansa, en el que se retiró en el 2013 como delegado en España de la compañía Condor, con base en Palma.
Coincidiendo con su primera etapa en Lufthansa, Miquel ejerció como sindicalista y como simpatizante del SPD. Con apenas veinte años se movió en los círculos del Club Voltaire de Frankfurt y anduvo cerca de los Jusos, las radicales juventudes del partido socialista. De esos tiempos contaba la experiencia de la revuelta juvenil contra el sistema y recordaba en particular el furioso activismo de choque de personajes como Joschka Fischer.
Con 25 años, poco antes de la muerte de Franco, volvió a Barcelona y se integró con entusiasmo en la agitada vida política y social de los años de la transición. Empleado en American Express, recuerda su esposa Marlene que vivía de hecho una doble vida porque combinaba la formalidad de su trabajo con una intensa participación en la movida cultural de la ciudad.
De vuelta a Alemania en 1981, empezó una carrera fulgurante en Lufthansa que le llevó primero a Nigeria como subdelegado en Lagos y posteriormente a Grecia, donde fue director de marketing para la región de Grecia, Chipre, Turquía, Israel y Albania durante cinco años.
Después de su etapa de Barcelona y antes de volver a España para dirigir la delegación de Condor, fue destinado a Johanesburgo como delegado regional del sudeste de África, un área que incluía Namibia, Mozambique y Angola.
Miquel recordaba la proyección casi diplomática que tenía la representación de la compañía alemana en estos países.
Su etapa de Barcelona fue brillante. Miquel vio desde el principio que Lufthansa podía tener un papel potente en el relanzamiento del aeropuerto de su ciudad. Su obsesión era aumentar los servicios desde Barcelona al mayor número posible de destinos alemanes. Y al mismo tiempo intentar que los horarios y posibles enlaces fueran lo más atractivos posible para los viajeros de negocios que proporcionaban, sobre todo, las numerosas empresas alemanas situadas en el área metropolitana de Barcelona y en el polígono químico de Tarragona.
Muy pronto, bajo el impulso de De Jorge, Lufthansa estaba pisando los talones a Iberia, en aquella época la compañía dominante en Barcelona. Estaba muy orgulloso de haber tejido en muy poco tiempo una red más densa que la de su aerolínea en Madrid.
Miquel de Jorge colaboró desde su llegada en los proyectos de relanzamiento del aeropuerto de Barcelona que en aquellos años lideraba el Ayuntamiento. Participó en todas las iniciativas y fue crucial su consejo de experto en la configuración de unas conexiones estables con las compañías y en el diseño de políticas de relación con la Administración. Fruto de las inquietudes de esta época fue la integración de Miquel en una tertulia informal de profesionales y aficionados del sector de las líneas aéreas que aún perdura y que todavía pudo contar con su presencia, ya muy seriamente enfermo, en una sesión de hace unos pocos meses.
Su última responsabilidad en Barcelona, ya jubilado, tuvo un tono amargo. Lufthansa le encargó la supervisión de los servicios funerarios que siguieron al terrible accidente de Germanwings.
Miquel de Jorge falleció hace unos días en Barcelona después de luchar durante unos pocos meses contra una fulminante enfermedad. Ha dejado esposa, Marlene, y dos hijos, Julia y Quim.
Su obsesión era aumentar los servicios desde Barcelona al mayor número posible de destinos alemanes