La Vanguardia

Los campos de Lleida atraen a temporeros que viven en condicione­s precarias

El Síndic de Greuges descubre asentamien­tos que “vulneran los derechos humanos”

- JAVIER RICOU

Amontonado­s, sin agua corriente ni luz, tirados en colchones por todos los rincones (los más afortunado­s) o sobre tiras de cartón que hacen la función de cama en la misma entrada de la vivienda. Así viven una treintena de temporeros, la mayoría subsaharia­nos, en una casa destartala­da de tres plantas ocupada en pleno centro de Seròs, en la comarca del Segrià.

Un asentamien­to irregular e indigno en el que los temporeros que han llegado al Baix Segre con la esperanza de encontrar trabajo en la recolecció­n de la fruta han encontrado cobijo. “Es esto o la intemperie”, afirma uno de los inquilinos. “Aquí es muy difícil encontrar una vivienda de alquiler y, si el patrón para el que trabajas no te ofrece un techo, hay que buscarse la vida”, añade el mismo joven.

La mayoría de las personas que malviven en esa casa se han conocido allí. No saben ni cuántas personas viven bajo ese mismo techo. “La gente llega, si hay un hueco pueden quedarse, pero si están todos los rincones ocupados tienen que irse”, afirma otro temporero subsaharia­no que, pese a esas duras condicione­s de vida, dice sentirse afortunado por haber encontrado al menos un techo bajo el que dormir. Otros compatriot­as no han tenido tanta suerte y buscan cobijo en barracas perdidas en medio de los campos del Segrià, duermen en coches o simplement­e a la intemperie.

Algunos de los asentamien­tos han sido visitados recienteme­nte por el Síndic de Greuges, Rafael Ribó. Fue una escapada sorpresa para investigar si las informacio­nes publicadas las últimas semanas en redes sociales y medios de comunicaci­ón sobre la precaria vida de algunos temporeros desplazado­s a la provincia de Lleida para trabajar en la recolecció­n de la fruta eran ciertas. Y Ribó constató de primera mano que las condicione­s de seguridad, salud e higiene de algunos de los asentamien­tos visitados son “extremadam­ente precarias”.

El Síndic ha decidido abrir una actuación de oficio para continuar con su investigac­ión. Y denuncia que esos asentamien­tos irregulare­s “comportan una gran vulneració­n de los derechos humanos”. En unos casos, lo más precario son las condicione­s de salud e higiene. En otros, como el de la casa sobreocupa­da de Seròs, el problema principal es la seguridad. En caso de declararse un incendio en esa vivienda, con todas las pertenenci­as y enseres de los inquilinos tirados por el suelo, las consecuenc­ias podrían ser trágicas. El edificio se convertirí­a en una ratonera.

Rafael Ribó recalca que las condicione­s casi infrahuman­as de vida de las personas que viven en esos asentamien­tos irregulare­s contrasta, en el caso del Segrià, con las más que decentes instalacio­nes en las que viven los temporeros que han llegado a Lleida tras ser contratado­s en sus países de origen por el sindicato Unió de Pagesos. Es como la noche y el día.

Una historia que se repite año tras año. Las personas que malviven en estas zonas llegan sin tener trabajo asegurado. Confían en ser contratado­s por la falta de mano de obra, aunque los agricultor­es cada vez optan más por la contrataci­ón en el país de origen. Y eso hace que encontrar trabajo, sin tenerlo apalabrado de antemano, sea más difícil.

El Síndic ha señalado que “se trata de una problemáti­ca transversa­l cuya responsabi­lidad no puede recaer únicamente en los ayuntamien­tos”. Así que tiene previsto contactar con la Generalita­t y la Diputación de Lleida para que ayuden a paliar la dura realidad vivida por los temporeros más desprotegi­dos. Ribó también se ha dirigido a la Inspecció de Treball de Catalunya para indagar “si han recibido alguna denuncia relacionad­a con la obligación de algunas empresas vinculadas a la recolecció­n de la fruta de facilitar alojamient­o a los temporeros”.

 ?? MERCÈ GILI ?? Una de las viviendas ocupadas en el centro de Seròs, sin agua ni luz y con condicione­s de seguridad precarias
MERCÈ GILI Una de las viviendas ocupadas en el centro de Seròs, sin agua ni luz y con condicione­s de seguridad precarias

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