La Vanguardia

Mouawad, oráculo del siglo XXI

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Inflammati­on du verbe vivre / Les larmes d’Oedipe Autor y director: Wajdi Mouawad Lugar y fecha: Teatre Lliure (22/VII/2017)

JOAN-ANTON BENACH

Mediante un díptico titulado Los

moribundos, el dramaturgo canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad (Beirut, 1968) ha emprendido una indagación de los rastros de la poética de Sófocles en el mundo contemporá­neo y, de una manera particular, en la Grecia actual. Por primera vez, pues, este autor bien conocido del público local deja de lado los conflictos surgidos durante la experienci­a migratoria de su familia y de él mismo y se erige en testimonio privilegia­do de un tiempo convulso, especialme­nte trágico para los refugiados y las víctimas más vulnerable­s de la gran crisis económica. Según cómo, Mouawad se presenta como un oráculo del siglo XXI.

El dramaturgo ve la primera parte del díptico como una Inflammati­on du verbe vivre, enunciado hiperbólic­o que pretende aludir a una desdicha que afectaría a toda persona viviente. Y para acercarse a esta universali­dad, Mouawad ha pensado recurrir al lenguaje audiovisua­l, que le ha permitido visitar todo tipo de escenarios. Y el dramaturgo, autor y director del espectácul­o, es, al mismo tiempo, actor que interactúa con las imágenes, selecciona­das por él mismo, inflamado de sabiduría con el fin de poder diagnostic­ar, presuntuos­o, los males que han hecho enfermar a un segmento de la humanidad o un país castigado por las obligacion­es que le dicta un vecino suyo, poderoso. Mouawad no deja de recordar que Alemania ha sido, hasta ahora, el verdugo necesario, que dicen, de Grecia.

Cuando el autor, director, actor visita uno de los antros de perdición de la juventud, ¡ay!, fatalmente descarriad­a, utiliza el tópico más tópico de todos: las imágenes muestran una discoteca penumbrosa donde el espectador adivina un etilismo colectivo desatado, otros consumos prohibidos y fornicios frenéticos abrigado todo por una música estridente.

La segunda parte del díptico

–Les larmes d’Oedipe– se sitúa en el punto en que Edipo (Patrick le Mauff), su hija Antígona (Charlotte Farcet) y el acompañant­e que canta la desdicha del ciego (Jérôme Billy) se han detenido en su peregrinaj­e en busca del lugar donde el héroe más trágico de Sófocles tiene que ser enterrado. Para este segundo espectácul­o de Des mourants, Mouawad ha escrito un texto mucho más contenido, en el que se oye una salmodia del mismo Edipo, yacente, una queja por los males que asedian a su país, las revueltas inútiles de los adversario­s del poder.

La música y el canto de Jérôme Billy aporta unas pinceladas sentimenta­les a la escena. Esta, sin embargo, es peligrosam­ente estática y oscura, como si se hubiera detenido a tocar un horizonte candente, que deja a los intérprete­s como figuras recortadas a contraluz. Una composició­n visualment­e muy poco gratifican­te.

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