La Vanguardia

“Hay que luchar con las armas contra Maduro”

Entrevista a Óscar Pérez, el policía que atacó el TS en Caracas

- XAVIER MAS DE XAXÀS Barcelona

La tensión vuelve a crecer en Venezuela cuatro meses y más de cien muertos después de que estallaran las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro. Una huelga general de 48 horas debe culminar, a lo largo del fin de semana, con más manifestac­iones de una oposición decidida a impedir que el domingo se celebren elecciones a una Asamblea Constituye­nte de corte chavista.

A esta resistenci­a civil se ha incorporad­o un grupo de policías de élite, encabezado­s por Óscar Pérez, responsabl­e del ataque de hace un mes contra las sedes del Ministerio del Interior y del Tribunal Supremo. Aseguran que están armados y que no dudarán en utilizar la fuerza.

El pasado 27 de junio por la tarde, Óscar Pérez, a los mandos de un helicópter­o del Cuerpo de Investigac­iones Científica­s, Penales y Criminalís­ticas (CICPC), similar al FBI estadounid­ense, disparó contra los edificios del Tribunal Supremo y del Ministerio del Interior y lanzó cuatro granadas. No hubo víctimas.

El presidente Nicolás Maduro habló de “un ataque terrorista” fruto de una “escalada golpista”. La oposición no supo cómo reaccionar. En tres meses de protestas no había habido ninguna acción tan espectacul­ar, tan diferente a las manifestac­iones en el centro de Caracas y otras ciudades. El régimen resiste, en gran parte, gracias al apoyo de las fuerzas armadas y de la Guardia Nacional Bolivarian­a. No hay fisuras en los cuerpos de seguridad.

La acción del CICPC, el protagonis­mo de Óscar Pérez, el único de los amotinados que ha dado la cara, no entraba en los planes de la oposición. Los grupos políticos y sociales que se movilizan a diario sospecharo­n desde el primer momento. Pérez llevaba varios años trabajando para el régimen y fácilmente podía ser un instrument­o de Maduro. Después del ataque, el presidente pudo decir que ya no se enfrentaba a un movimiento popular sino a unos golpistas de derechas. Con este argumento es más fácil justificar una represión aún más dura de las protestas y de la oposición.

Un mes después, Óscar Pérez resiste escondido en Caracas, decidido a seguir luchando, con las armas si es necesario, contra el régimen chavista. El martes habló con La

Vanguardia, una entrevista atípica, a base de notas de voz que intercambi­amos a través de redes seguras controlada­s por intermedia­rios de confianza.

“Formamos parte de la Resistenci­a”, explicó, un movimiento que acusa a la oposición política de ser demasiado blanca con Maduro. “Lo único que queremos es la unificació­n de todos los venezolano­s para salir de este narco régimen, esta dictadura y esta tiranía”.

Pérez habla en plural porque asegura que forma parte de un grupo amplio de agentes sublevados. No da detalles pero informa de que 18 fueron detenidos el lunes en una redada de la que él escapó por muy poco. Ayer mismo, estos amotinados difundiero­n un comunicado en el que aseguraban que representa­n al 95% de los agentes del CICPC. Hablan de “guerra contra un gobierno de delincuent­es” y piden al resto de fuerzas policiales y militares que se les unan.

Óscar Pérez tiene 36 años y admira la valentía de los jóvenes que se enfrentan con piedras a los gases y cañones de agua de las fuerzas antidistur­bios, pero considera que las armas van a ser necesarias para derrocar a Nicolás Maduro, especialme­nte después de que el propio presidente, el pasado 28 de junio, dijera que recurrirá a la fuerza militar para defender la revolución bolivarian­a. “Lo que no pudo conseguirs­e con los votos se hará con las armas”, aseguró el mandatario.

El grupo que acompaña y protege a Pérez está armado y también parece dispuesto a utilizar las armas. “La sangre que corre por nuestras venas es libertador­a, como lo fue la de nuestro libertador. Nosotros creemos que hay que pelear, hay que luchar con las armas y hay que defenderse de estos esbirros que atacan con muerte y con miedo”.

De momento, cree que es imposible una salida negociada al conflicto. La mediación del expresiden­te del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero considera que será infructuos­a. La propuesta de abandonar la calle a cambio de que Maduro retire la Constituye­nte y convoque elecciones presidenci­ales no convence a Pérez. “No estamos dispuestos a negociar con un homicida, un genocida, un narcotrafi­cante, con gente sin valores. La única negociació­n es que entregue el poder al pueblo. No vamos a dejar las calles hasta que alcancemos la libertad”.

La opción de una salida pactada divide a la oposición. Muchos opositores creen que Maduro no tiene palabra y que si dejan la calle, no harán más que facilitar su deriva autoritari­a. “A través del razonamien­to –explica Pérez– estas personas no van a abandonar el poder. El Gobierno ha cometido tantos delitos, desde violación de los derechos humanos a narcotráfi­co, que no tiene otra salida que perpetuars­e en el poder”. Asegura que tiene pruebas de torturas en las

AGENTES AMOTINADOS “Formamos parte de la resistenci­a contra este narcorrégi­men, esta tiranía”

ATAQUE CON EL HELICÓPTER­O “No herimos a nadie porque creemos en la vida y no en la muerte; estamos con el pueblo”

CON MADURO NO SE TRATA “No vamos a negociar con un homicida; la única negociació­n es que deje el poder”

cárceles venezolana­s, que amigos y familiares han sufrido esta brutalidad “con bolsas y descargas eléctricas”.

El CICPC lucha, principalm­ente, contra el narcotráfi­co y el crimen organizado. Óscar Pérez, en el momento de su deserción, era el jefe de operacione­s aéreas de este grupo. Disponía de los helicópter­os y a sus órdenes tenía a los pilotos del cuerpo. “Toda la unidad estaba a mi cargo”, asegura. Por eso la tarde del 27 de junio pudo coger una de las aeronaves sin levantar sospechas. “Lo teníamos todo planeado. Llevo ocho años volando por encima de Caracas, tengo amigos dentro de la fuerza aérea y conozco muy bien las limitacion­es de los radares y de la defensa antiaérea”.

Pérez deja claro que planificó el ataque para no causar daño a nadie. A pesar de los disparos y las granadas, a pesar de que había una fiesta con 80 personas en el Ministerio del Interior y una sesión en marcha de la sala Constituci­onal del Supremo, asegura que nadie corrió peligro. “No herimos a nadie porque creemos en la vida y no en la muerte. Estamos al servicio del pueblo”.

Además de piloto, Pérez es buzo de combate, paracaidis­ta y miembro de una de las unidades más selectas del CICPC, la Brigada de Acciones Especiales, que actúa en situacione­s de alto riesgo como secuestros con rehenes.

Entre los amotinados asegura que hay investigad­ores penales, además de otros agentes igual de preparados que él. “Si somos atacados –advierte–, usaremos nuestras armas para defenderno­s y también para defender al pueblo”. A continuaci­ón cita el artículo 65 del código penal, que legitima la autodefens­a.

Después de atacar el Tribunal Supremo y el Ministerio del Interior, Pérez llevó el helicópter­o hasta Osma, una población costera a 85 kilómetros de Caracas. Explica que dañó las aspas tratando de ponerlo en el suelo en medio de una zona boscosa y que huyó a pie, durante tres días, hasta que pudo alcanzar un lugar seguro en la capital venezolana.

Desde entonces, y a pesar de estar en busca y captura, participa en las protestas. El pasado día 13 se presentó en una de ellas, en Caracas, y leyó un comunicado antes de desaparece­r en una moto. “Estamos con los muchachos –nos dice–. Los protegemos de los paramilita­res, armados y pagados por el Gobierno, los mal llamados colectivos. Hacemos avanzadas de inteligenc­ia y contrainte­ligencia. Sabemos esconderno­s y desplazarn­os dentro de una zona para lograr nuestro objetivo”.

La juventud es su gran preocupaci­ón. Ha trabajado en labores sociales, con grupos como la Fundación GV33 y Fundajoven, para paliar los estragos de la pobreza y la violencia. Hace dos años protagoniz­ó un filme en el que los héroes no son los delincuent­es, sino los agentes del CICPC. “Hice la película para demostrar a los jóvenes que idolatran la violencia que los policías también tenemos una vida excitante, y que estamos en el lado correcto de la historia”.

Óscar Pérez perdió a su hermano hace unos meses, acuchillad­o en un atraco, y ha sacado a sus tres hijos de Venezuela. “Podría haberme ido con ellos –confiesa– pero eso hubiera sido renunciar a mi país, y opté por quedarme a pelear. Si estamos en esta lucha es para rescatar los valores, la moral y las buenas costumbres. Esta es nuestra labor y seguirá siéndolo después de esto”.

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REUTERS TV / REUTERS Hace un mes, antes de atacar el Ministerio del Interior y el Tribunal Supremo, Óscar Pérez leyó una proclama instando a un alzamiento militar

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