Viejas luces de Hungría
Federica Pellegrini provoca la primera derrota de Katie Ledecky en un Mundial
Con su medalla de oro en 200 m libre del Mundial de Budapest, la veterana nadadora italiana Federica Pellegrini, de 29 años, pasará a la historia de la natación como la primera en batir en una prueba individual a Katie Ledecky.
A principios de otoño, tras los Juegos de Río, Greg Meehan (41) recibía un aviso importante.
Frank Busch, el director de la natación estadounidense, se lo había llevado aparte. Le advertía: –Espero que no desaproveches el talento de Ledecky. Meehan le contestó: –Sé que estás hablándome absolutamente en serio.
Y ahí se cerraba un pacto. Ledecky (20) se había matriculado en la Universidad de Stanford. Meehan, responsable de la natación en el centro, debía gestionar un tesoro.
Hay que contextualizar la historia. Desde que se marchó Michael Phelps, la natación estadounidense oscila alrededor de Ledecky.
La historia viene de Río, del pasado verano. Phelps recogió allí seis medallas, cinco de oro. Y luego dijo basta. Tenía 31 años. Había sido capaz de volver de los abismos, tras aquel parón de dos años, siniestro.
Entre el 2013 y el 2015, Phelps se había deprimido. Le habían detenido dos veces por conducir borracho. Juguete roto. Luego había tenido a Boomer, su hijo. Y había decidido volver a escena en Río. Le había convencido su entrenador, Bob Bowman.
Bowman, el padre que Phelps nunca había tenido.
En Río, Phelps arrasó. Y luego se casó con Nicole y se fue de luna de miel. No se ha sabido más de él. Hasta ahora. En estos días, Michael Phelps contempla el mundo desde la atalaya, la enormidad de sus 28 medallas olímpicas. Y a veces se ofrece a ejercicios de mercadotecnia.
Simulacros de carreras contra tiburones blancos...
Se fue Phelps y se hizo el vacío. Y la natación se añora.
Por eso, pensamos en Ledecky, cuyo futuro es enorme. Como el de toda adolescente. Aunque Meehan, su entrenador desde el otoño, carga el peso, como si fuera un muerto.
El martes, en Budapest, cientos de periodistas se agolpaban en la sala de prensa, aguardando a la estrella. Habían pasado dos horas desde su último triunfo. Nadie se movía.
–¿Y bien? –pregunté a un periodista estadounidense. –Esperamos a Ledecky. El tipo volvió la vista al móvil. A Ledecky se le espera. Y punto.
Para entender la magnitud del personaje, hay que ofrecer números. Hasta ayer, Ledecky había disputado doce finales de Mundiales. Había ganado todas. Incluidos tres oros, aquí en Budapest: los 400, los 1.500 y el 4x100 libre.
De ella se decía que dominaba casi todas las paletas del arco iris: desde los 200 hasta los 1.500 m libre, pasando por los 400 y los 800. –¿Y el cien? –No lo descarto –decía Ledecky. Su periplo acabó ayer. Ocurrió en la final de los 200 m libre. Ledecky salió lenta y fue a remolque de Emma McKeon. Por detrás, Francesca Pellegrini (28) se agazapó. Es una nadadora con tablas. La plusmarquista de la distancia. Una que lleva doce años en la elite. Al menos, desde el Mundial de Montreal, en el 2005, escenario de su primer podio mundial en la distancia. Desde entonces, llevaba seis podios. Ahora son siete. El último, de oro: lo que hizo ayer fue volar en el último largo, hasta 1m54s73.
–Me dediqué a apretar tanto como pude. Sabía que estaba remontándole a McKeon. Pero no me di cuenta de que también iba a superar a Ledecky –dijo algo más tarde, en la zona mixta.
–¿Esperaba derrotar al mito? –se le preguntó.
–Ganar así es lo mejor. Este será el último 200 de mi carrera... ¿Y Ledecky? Plata compartida con McKeon (1m55s18), se fue contrariada:
–Debo revisar el vídeo. Analizar qué ha fallado. Esto no cambia mi programación, pero obviamente estoy decepcionada.
En Stanford, Greg Meehan empieza a tener problemas.
HASTA AYER INVENCIBLE
Ledecky había disputado doce finales de Mundiales: había ganado todas; tres de ellas, en Budapest
ÚLTIMOS EPISODIOS “Estos son los últimos 200 m libre que nado en mi vida”, dijo Pellegrini, que ya tiene 28 años