La Vanguardia

Cantar para poder respirar

CAMILA VARGAS ESTRADA (1995-2017)

- ALBERT BOSCH

Camila Vargas, una chica que hizo realidad su sueño de ser cantante, a pesar de haber sido trasplanta­da de pulmones dos veces, ha muerto a los 22 años demostrand­o que, a pesar de las adversidad­es, no se puede dejar nunca de luchar por los propios sueños.

Hija de Gladys Estrada y de Jorge Enrique Vargas, Camila nació en Venezuela de forma prematura. A los 15 días sufrió su primera neumonía, y desde entonces vivió entre hospitales y luchando por sobrevivir a una enfermedad rara: una fibrosis pulmonar idiopática que va endurecien­do y atrofiando los pulmones poco a poco, con efectos colaterale­s en el crecimient­o y desarrollo motor.

Ya desde muy pequeña demostró talento y pasión por cantar y escribir canciones; y no dejaba nunca de hacerlo, porque decía que la hacía feliz y la ayudaba a respirar mejor.

En el 2004 su estado se volvió crítico y la única posibilida­d era un trasplante de pulmones, que no podía practicars­e en su país. Sus padres se activaron a fondo para salvar a su hija, y una movilizaci­ón popular importante consiguió reunir los fondos necesarios para trasladarl­a a Barcelona y operarla en el hospital Vall d’Hebron. Con 10 años pudo volver a andar, ir a la escuela y seguir soñando con ser cantante.

Pero cuatro años después sufrió una nueva neumonía que le provocó rechazo, y de nuevo quedó con sólo un 25% de capacidad pulmonar, sentada en una silla de ruedas y permanente­mente conectada al oxígeno. La única solución era un nuevo trasplante, pero en España sólo seis menores lo habían superado.

A través de la fundación Alma, nos conocimos cuando yo iba a escalar el Everest, y nos hicimos la promesa de que yo llegaría a la cima del mundo y se lo dedicaría, mientras que ella superaría esta grave operación y me dedicaría su primera canción. Los dos cumplimos nuestra parte del trato, y todo generó un flujo de acciones y coincidenc­ias positivas que se materializ­aron en un proyecto coordinado por la cantante Mònica Sans y patrocinad­o por la fundación Grup Sifu junto con una campaña de micromecen­azgo, que llevó a editar un disco entero de las canciones de Camila titulado Lo puedo conseguir, donde adoptó el nombre artístico de Chance (oportunida­d en inglés).

Parecía que todo iba bien y durante unos años vivió la mejor etapa de su vida. Con el nuevo trasplante se encontraba mejor que nunca, y estaba en una fase muy creativa, con mucha gente que la seguía por sus canciones y su actitud de persona luchadora hasta el extremo. Pero en el 2015 sufrió un nuevo rechazo, y una nueva operación era inviable. El pasado 15 de junio, nos dejó.

Nos legó pocas canciones, pero destiladas a partir de un esfuerzo ingente por hacer algo tan básico como es respirar, y todas ellas son un himno a la esperanza y el optimismo.

Camila Vargas no era rica, ni tampoco famosa, ni había alcanzado grandes hitos de relevancia pública, pero podría representa­r una de las muchas personas anónimas que luchan a diario por sobrevivir intentando ser felices. Había tenido muy mala suerte con las circunstan­cias, pero en cambio aplicaba siempre una actitud muy positiva, consiguien­do generar una buena energía que siempre la rodeaba de mucha gente que la amaba y ayudaba, especialme­nte una madre que lo sacrificó absolutame­nte todo para que ella tuviera una vida digna.

La existencia de Camila nos recuerda que el coraje se demuestra intentando ser feliz cada día a pesar de que la vida te haya repartido malas cartas.

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ANA JIMÉNEZ Camila Vargas con su madre, Gladys, en octubre del 2010

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