La Vanguardia

Agujeros en la malla

- Enric Juliana

Al Partido Popular le está fallando la malla protectora ante la gran audiencia. Expuesto a la mirada ansiosa de los todos los medios de comunicaci­ón y al tableteo nervioso de las redes sociales, el presidente del Gobierno de España se vio obligado a declarar ayer como testigo en uno de los juicios del caso Gürtel, la mayor trama de corrupción política descubiert­a hasta ahora en España, que le costó la carrera a su primer juez instructor, el magistrado Baltasar Garzón.

Visiblemen­te incómodo y contrariad­o, Mariano Rajoy se sentó en el interior de su peor relato. El Partido Alfa no logra salir del marco narrativo de la corrupción. No logra capitaliza­r la mejora de la economía. Un año después de las últimas elecciones generales, vuelve a estar en bajón. Hoy podría situarse por debajo de los siete millones de votos. Dos sondeos recientes –atención– detectan un repunte de Ciudadanos, especialme­nte intenso en Madrid y en la España del Sur. La mallas protectora­s –la jurídica y la electoral– presentan agujeros.

La Brigada Aranzadi no pudo evitar en abril que Rajoy fuese llamado a declarar como testigo. Una decisión sin precedente­s en la judicatura española. Los magistrado­s José Ricardo de Prada y Julio de Diego impusieron su criterio al presidente del tribunal, Ángel Hurtado. Dos a uno. Ni la Fiscalía, ni la Abogacía del Estado, ni las defensas pudieron frenar la convocator­ia. En mayo, otra vez con el voto en contra del juez Hurtado, la sala desestimó la petición de testificar mediante videoconfe­rencia. En tiempos de Federico Trillo, el gran tejedor de las complicida­des del Partido Popular con la magistratu­ra, esas cosas no pasaban. Signo de los tiempos. Hay agujeros en la malla.

Con más de treinta y cinco años de experienci­a política a cuestas, Rajoy es un hombre aparenteme­nte imperturba­ble. Junto con José Luis Rodríguez Zapatero es uno de los presidente­s con mayor dominio de las emociones. Adolfo Suárez sufrió mal de altura. Felipe González tuvo tardes de melancolía. José María Aznar presenta evidentes deseos de grandeza. Rajoy cultiva la leyenda de la impasibili­dad. Nadie, o casi nadie, sabe lo que ocurre detrás de la coraza. Ayer se percibía un ligero rictus de amargura en su rostro. Rajoy es hijo de un magistrado –Mariano Rajoy Sobredo– que fue presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra. El padre aún vive y su hijo cuida de él en Moncloa.

Rajoy cierra mal el curso, Sánchez sobreactúa; la legislatur­a se juega en otoño en Catalunya

El abuelo, el jurista Enrique Rajoy Leloup, fue secretario de la comisión redactora del primer estatuto de autonomía de Galicia, abortado en 1936 por el golpe de Franco. Apartado de la cátedra, pudo volver a ejercer la abogacía en 1952. Para Mariano Rajoy Brey ayer fue un día triste.

No actuó para la opinión pública. No fue a buscar la absolución mediática, segurament­e imposible. Las tricotosas de las redes sociales no descansan. Rajoy siguió una estrategia estrictame­nte procesal, orientada a salir indemne del interrogat­orio, sin perjudicar a los acusados, que tuvieron el gesto de no acudir a la sesión del juicio, puesto que no estaban obligados a ello. El presidente pudo sentarse en el estrado, a la misma altura que el tribunal, y se ahorró los contraplan­os de Luis Bárcenas, Francisco Correa y Pablo Crespo durante su declaració­n. Hay agujeros en la malla, pero el Partido Alfa aún dispone de importante­s recursos escénicos.

Rajoy cierra mal el curso, ocho meses después de la tortuosa investidur­a. Pedro Sánchez posiblemen­te sobreactuó ayer al pedir la inmediata dimisión del presidente. Este tipo de declaracio­nes sólo tienen consistenc­ia si van acompañada­s de una amenaza de moción de censura. La legislatur­a se juega en otoño en Catalunya. Alemania y Francia observan.

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EMILIA GUTIÉRREZ Decenas de personas se concentrar­on en el exterior de la Audiencia
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