Voto y violencia
Al menos nueve muertos durante una jornada electoral con pocas colas
La jornada electoral convocada por Maduro para elegir una Asamblea Constituyente en Venezuela transcurrió en un clima de violentas protestas y poca participación. Aún no se sabe cuándo se conocerán los resultados.
Aún de amanecida, a las 6.05 de la mañana, Nicolás Maduro acudió a votar, afirmando ser el primero en hacerlo en Venezuela. Junto a él, su esposa y candidata a la Asamblea Constituyente, Cilia Flores. Su colegio electoral se encontraba a pocos metros de una iglesia ante la cual había caído muerta por disparos de paramilitares en una protesta una enfermera de 61 años, Xiomara Scott, el pasado 16 de julio.
La violencia, como se temía, marcó la jornada electoral, con al menos nueve muertos durante y después de manifestaciones entre la noche del sábado y la madrugada del domingo. Cuatro de ellos en el estado de Mérida y uno en el de Lara, a los que se debe sumar el secretario de organización juvenil de Acción Democrática, Ricardo Campos, fallecido en Sucre, y un agente de la Guardia Nacional Bolivariana muerto de un disparo en el estado de Táchira, donde también murieron dos jóvenes de 13 y 17 años. La Fiscalía investigaba asimismo la muerte en su domicilio de Ciudad Bolívar del candidato José Félix Pineda, aparentemente motivada por un robo. Desde que arrancaron las protestas en abril han muerto más de 119 venezolanos.
“No hay poder sobre la tierra que le pueda impedir al pueblo de Venezuela su derecho a votar”, afirmó Maduro al depositar su papeleta. “No hay pueblo votando, no hay votos para el fraude”, tuiteó el líder opositor y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles.
Ante el boicot de la oposición, que tiene su último punto de apoyo en un sondeo de Datanálisis según el cual un 70% de venezolanos rechaza la Constituyente y un 80% desaprueba la gestión de Maduro, éste pidió que se votara temprano, y así lo hicieron muchos candidatos, entre ellos su hijo, Nicolás Maduro Guerra, el hermano mayor de Hugo Chávez y la excanciller Delcy Rodríguez. Aun así, la participación fue escasa en todo el país, señal de que la mayoría de venezolanos boicotearon la consulta. Sólo hubo colas en los barrios más populares. A última hora de la tarde, el Consejo Nacional Electoral amplió en una hora la apertura de las urnas, para atraer a más votantes. Las grandes avenidas de Caracas y otras ciudades aparecieron desiertas, con barricadas que entorpecían la movilidad y pequeños grupos de activistas que plantaban cara a la guardia nacional. En la capital, los opositores prendieron fuego a una comisaría.
En Altamira, un barrio acomodado de Caracas, cuatro policías resultaron heridos por un potente artefacto explosivo colocado en mitad de la avenida Francisco de Miranda y al paso de una columna de decenas de agentes en motocicleta, un tipo de incidente no visto hasta el momento.
Una chavista de primera hora y largo recorrido, la fiscal general Luisa Ortega, se ha mantenido denunciando que las pretensiones de Maduro rompen el orden constitucional de 1999. Y así es, en efecto, porque se trata de redactar una nueva Constitución y de convertir la nueva Asamblea, de 545 escaños, en un “superpoder”, como aseguró el propio Nicolás Maduro el pasado viernes, señalando que este “permitirá reencontrar el espíritu nacional”. Uno de sus primeros blancos va a ser, precisamente, la fiscalía de Ortega. Cuándo se pondrá en marcha el nuevo aparato madurista es una incógnita, tanto mayor cuanto que tampoco se ha anunciado cuándo se conocerán los resultados de la votación.
La esperanza del régimen era sobre todo evitar la abstención y, sin duda, superar los 7,6 millones de votos que recogió la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) en su consulta popular del 17 de julio en rechazo a la Constituyente. El Gobierno sostuvo que solo un millón y medio de personas habían ido a votar.
Para evitar un fracaso, el sistema electoral permite una combinatoria del voto territorial y por sectores socioprofesionales. El primero otorga más peso a las zonas rurales –donde el chavismo sería más fuerte– y el segundo permitiría un control del voto. Según la agencia Reuters, que citaba a trabajadores del metro de Caracas y de la compañía estatal del petróleo, PDVSA, los 2,8 millones de funcionarios recibieron llamadas, mensajes y presiones para que acudieran a votar. Además, el doble sistema de votación, dijo el experto electoral Eugenio Martínez, a France Presse, significa que un 62% de los 19,8 millones de electores podían votar dos veces. Para dar mayores facilidades, el Consejo Nacional Electoral permitía a los votantes, con el pretexto de esquivar las “amenazas de la oposición”, acudir a cualquier colegio. Asimismo, el organismo electoral prohibió a la prensa acercarse a menos de 500 metros de los centros de voto. “Este fraude constitucional y electoral es el error histórico más grave que ha podido cometer Maduro”, afirmó el diputado Freddy Guevara, en nombre de la MUD.
La maniobra de Maduro cuenta con el rechazo general en América Latina (salvo Bolivia, Cuba y Nicaragua), y Colombia, México, Perú y Panamá han anunciado que no reconocerán los resultados.
El canciller de Brasil, Aloysio Nunes, escribía ayer en el diario Folha
de Sao Paulo que “es lamentable que el Gobierno de Nicolás Maduro siga ciego y sordo a las peticiones internacionales para un verdadero diálogo, que permita la redemocratización, con espacio para todos, incluso los chavistas”. Según Nunes, la Constituyente es el “camino seguro para el agravamiento de la crisis” en el país, que “pasará a tener dos órdenes constitucionales y vivirá, por lo tanto, un escenario de anomia”, es decir, de ausencia de ley.
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