Adiós a Jeanne Moreau, una revolucionaria del cine
Fallece a los 89 años la icónica actriz y cineasta francesa
Jeanne Moreau, “la mejor actriz del mundo” según Orson Welles, “leyenda del cine y el teatro, artista comprometida en el torbellino de la vida”, de acuerdo con el presidente Macron, murió ayer en París. En Francia “la emoción es inmensa como lo fue su talento”, proclamó la ministra de Cultura, Françoise Nyssen. Y hasta Plantu, famoso ilustrador del vespertino Le Monde, cuyo dibujo cotidiano es considerado editorial, se sumó a los homenajes. Moreau se marchó con toda discreción, a los 89 años, en su domicilio de la rue du Faubourg Saint Honoré. En el 2015, después de recordarle al periodista que había que llamarla mademoiselle (señorita), Moreau, entrevistada por su trabajo en Le talent de mes amis, de Alex Lutz, que sería el último de los 130 filmes en los que trabajó, le explicó que “en el mundo del espectáculo, salir por el foro es tan importante como entrar en el momento justo”.
Ha logrado ambas cosas: murió la noche del domingo al lunes, en su cama y no en el la de un hospital, a pesar del cáncer con el que convivía desde hacía unos años. Y lo hizo casi exactamente setenta años después de haber debutado, en el primer festival de Aviñón, con tres pequeños papeles y dirigida por Jean Vilar. Desde entonces, Aviñón se convertiría en el más nutrido festival de teatro de Europa. Y Jeannette como se la llamaba entonces a Jeanne Moreau, sumará filmes, papeles teatrales, canciones, televisión. Su voz grave, su elocución prodigiosa, daban trascendencia a cualquier texto. Entre otras cosas porque leía, desde pequeña y hasta el final, “al menos dos horas cada día. Porque entre una infancia dura y una adolescencia solitaria comprendí que la vida se vivía mejor en los libros”. Así la deslumbró por ejemplo el
Ulises de Joyce –“difícil de abordar, como Proust, pero igualmente indispensable”– y una Joyce: Carol Oates. “Cuando me mudé a Estados Unidos y la leí, quise conocerla. Y estuve a punto de transformar en filme uno de sus libros. Habría sido el tercero en el que me ponía detrás de la cámara, pero se frustró porque Disney, que había aceptado producirlo, se echó atrás al sospechar un trasfondo lesbiano en la amistad de dos mujeres”.
Moreau había escrito el guion a cuatro manos con Joyce Carol Oates. En inglés, porque la hija de Kathleen, bailarina británica del Follies Bergère, era perfectamente bilingüe. Su padre fue el gerente de La Cloche d’Or, el bistrot parisino que aún sirve hasta las dos de la madrugada, en la rue Mansart, a un público aportado por la platea y el escenario de los teatros de ese umbral de Montmartre. Allí cenaba Kathleen después del espectáculo. “Se enamoró del patrón y se casaron, pero pude no nacer –recordaba Moreau– porque mi abuela paterna intentó convencer a mi madre de que abortara”.
Más tarde, su padre le prohibió estudiar teatro. Con 17 años se inscribió clandestinamente en un curso que daba el decano de la Comédie Française y al año siguiente ya interpretaba pequeños papeles en la compañía más antigua de Europa. De regreso de Aviñón fue contratada en firme y encadenó papeles hasta que una foto de la obra en la que trabajaba, hará que su padre la eche de casa. Se llevará a su madre, lejos “de un hombre colérico”.
Así empezó una vida de trabajo febril, de viajes, de relaciones en las que “a menudo yo actuaba como lo hacen habitualmente los hombres”, que le ganó fama de independiente en un mundo en el que las mujeres no lo eran.
En 1949 se casó con el realizador Jean-Louis Richard y tuvo a su hijo Jérôme al día siguiente de la ceremonia. Medio siglo más tarde dirá que “carecía de fibra maternal. Estaba en una edad en lo que natural es seducir y ser seducido. En una mujer es condenable; en un hombre se considera normal”. El director americano William Friedkin fue su marido durante dos años, su colega
LARGA CARRERA ‘Le talent de mes amis’ (2015) fue el último de 130 filmes; “salir por el foro es importante”, dijo
TERCER FILME TRAS LA CÁMARA Escribió un guion con Joyce Carol Oates que se frustró al ver Disney un trasfondo lesbiano