La Vanguardia

Trump echa a su director de comunicaci­ón a los diez días de nombrarlo

La destitució­n llega a petición del nuevo jefe de gabinete del presidente de EE.UU.

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El presidente Trump despidió ayer al director de comunicaci­ón de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, sólo diez días después de haberlo nombrado. La destitució­n se podría haber producido a petición del nuevo jefe de gabinete de Trump, John Kelly.

El trumpismo reescribe todos los conceptos de la filosofía política. “La Casa Blanca no es un caos”, subrayó ayer Donald Trump en uno de sus tuits.

Al cabo de un rato, en lo que sólo se puede interpreta­r como una nueva versión de la teoría del caos, trascendió que el presidente de Estados Unidos había tomado una decisión dentro de la más absoluta normalidad en que vive este gobierno desde enero. Echó del cargo al flamante director de comunicaci­ón, Anthony Scaramucci, “el mini Trump”.

Tal vez por el apodo viene buena parte de su efímera carrera en ese puesto. Diez días, ese ha sido el tiempo que ha disfrutado del poder este personaje que hizo fortuna como gestor de fondos.

La lengua desatada de Scaramucci disgustó al jefe de consejeros, Steve Bannon, y a dos de los más estrechos asesores del presidente: su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner. Como sostuvo un analista, en la galaxia de Trump sólo puede haber una estrella y esa responde por Donald.

Scaramucci pensó que podía hacer y decir lo que le viniera en gusto. Ha tropezado con el general John Kelly, nuevo jefe de gabinete (por obra y gracia del propio Scaramucci), que ayer tomó posesión y que puso como condición prescindir del director de comunicaci­ón. Scaramucci se había jactado que él reportaría directamen­te con el presidente, puenteando al jefe de gabinete.

Michael Flynn parecía el más breve de los hombres del presidente. Duró poco como consejero de seguridad nacional, por sus mentiras sobre el Rusiagate. Pero Scaramucci, del que se dice que utiliza un “lenguaje florido” cuando se dedica a insultar con la vulgaridad de un ser tabernario, le ha desbordado.

Ha logrado el más difícil todavía en este circo en que se ha convertido Washington durante este medio año de ejercicio. La verborrea chulesca y matonil de su entrevista con Ryan Lizza, correspons­al jefe del The New Yorker en la capital, le ha salido muy cara.

En esa conversaci­ón, Scaramucci, otro firme apóstol de la cultura del éxito que proclama Trump, calificó de “paranoico esquizofré­nico” a Reince Priebus. No tuvo más opción que abandonar su puesto como jefe de gabinete. “El presidente consideró esos comentario­s inapropiad­os para una persona en esa posi-

LA ENTREVISTA DEL INSULTO Kelly puso la premisa de que se fuera Scaramucci tras sus declaracio­nes porque no se fiaba de él REESCRIBIR TEORÍAS Trump tuitea que “no hay caos en la Casa Blanca” y al rato echan al efímero Scaramucci

ción”, aseguró la portavoz Sarah Sanders Huckabee.

El general John Kelly, hasta ahora secretario del Departamen­to de Seguridad Nacional, fue el elegido para sustituir a Priebus. A Kelly le disgutaba la falta de disciplina de Scaramucci. “Kelly es un profesiona­l”, remarcó en la CNN el general retirado Mark Herling.

Su comentario avaló la opinión de que Kelly deseaba regresar a la cordura. La llegada de Scaramucci supuso el portazo del hasta entonces portavoz Sean Spicer.

“Anthony Scaramucci dejará su puesto de director de comunicaci­ón de la Casa Blanca. El señor Scaramucci consideró que debía dejar al nuevo jefe de gabinete la pizarra limpia y la habilidad de construir su propio equipo. Le deseamos a él todo lo mejor”.

Así reza la nota que emitió la secretaría de prensa de la Casa Blanca. Aunque no quedaba claro si Scaramucci continuarí­a vinculado al ejecutivo, Huckabee señaló que está fuera de la Administra­ción, sin cerrar puerta alguna.

Scaramucci tenía previsto anunciar el lunes su nuevo equipo de comunicaci­ón. Tras mantener un perfil bajo este fin de semana, posiblemen­te para aplacar el escándalo que había despertado con sus insultos, ayer por la mañana le comunicaro­n que prescindía­n de sus servicios. Fuentes de la Casa Blanca explicaron a los medios que era totalmente imposible que John Kelly pudiera trabajar con Scaramucci.

“Kelly pretende cambiar la cultura instalada aquí”, precisaron. “Se ha acabado el apoyo a los prejuicios”, insistiero­n. Desde el pasado viernes, el elegido como jefe de gabinete había comentado a sus asesores más cercanos que la entrevista de Scaramucci le había provocado consternac­ión. Llegó a la conclusión de que esas considerac­iones las encontraba “aborrecibl­es y embarazosa­s” para el mismo presidente.

Ryan Lizza, el autor de la entrevista de la infamia, reconoció en televisión que muchos le habían preguntado si esas declaracio­nes supondrían el final de Scaramucci en el Gobierno.

“Mi respuesta era que, viendo esta administra­ción, podía significar tanto su cese como su promoción en el escalafón”.

“¿Caos? Ven a mi casa, con tres niños pequeños, y verás caos”, replicó la portavoz Huckabee.

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Anthony Scaramucci, el pasado 21 de julio durante una conferenci­a de prensa
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PABLO MARTINEZ MONSIVAIS / AP

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