¿Por qué queremos la agencia europea?
Últimamente oigo mucho esta pregunta: ¿por qué queremos la Agencia Europea del Medicamento (EMA, de sus siglas en inglés) en Barcelona? Cuando se supo que la ciudad era candidata a acoger la sede de esta institución europea, ahora que se tiene que marchar de Londres a causa del Brexit, no dudé ni un segundo en sumarme a la causa. Y a todo el mundo que me hace la pregunta le respondo lo mismo: ¿y por qué no la tendríamos que querer?
La principal responsabilidad de la EMA es la evaluación y supervisión de los medicamentos de uso humano y veterinario. Todos los fármacos derivados de la biotecnología y otros procesos de alta tecnología tienen que ser aprobados por ella. También participa en la promoción de la innovación y la investigación en la industria farmacéutica y proporciona asesoramiento científico y asistencia a empresas del sector.
La EMA significa espolear la innovación y la investigación en el campo de la industria farmacéutica. Esto favorece la creación de patentes, de puestos de trabajo, de nuevas spin-off biomédicas, además de la visita de 40.000 investigadores, médicos y empresarios del sector sanitario al año. Se me ocurren pocas maneras mejores de impulsar la investigación de un país. Y, no lo olvidemos, la investigación y la tecnología son bases fundamentales para el desarrollo. Siempre se tiene que apostar por ellas, independientemente de la situación económica, política o social, porque son las que a medio plazo nos ayudarán a superar cualquier situación adversa.
El traslado de la agencia supondría también el desarrollo de muchos ensayos en nuestro entorno, lo que nos permitiría acceder a fármacos nuevos en el contexto de ensayos clínicos mucho antes de su comercialización. Eso, en pocas palabras, quiere decir tener acceso a más tratamientos curativos.
La EMA, además, representaría la llegada de 900 trabajadores que se trasladarían de Londres a la nueva sede. Es talento cualificado, personas con un poder adquisitivo alto que impulsarán el sector de los servicios y al mismo tiempo harán crecer el tejido investigador de Catalunya. Más gente, más puestos de trabajo, más estudios, más fármacos. Se trata de una cadena que amplifica mucho el impacto de estas 900 personas, que inicialmente parece limitado. Desde la inauguración de la agencia en Londres, el año 1992, a su alrededor se han instalado unas 1.600 empresas vinculadas en el ámbito del medicamento. El aumento de la actividad económica y la creación de lugares de trabajo de alta tecnología sería sustancial. Y comportaría el desarrollo del distrito tecnológico 22@.
Somos un país de talento, en mayúsculas. Tenemos grandes investigadores y tenemos que luchar por proporcionarles las herramientas necesarias para ofrecerles el mejor escenario. A cambio, la EMA encontraría en Barcelona una plataforma investigadora de renombre internacional, con una larga trayectoria en ensayos clínicos en múltiples especialidades. Es un win-win de riqueza, no sólo económica.
La EMA significa espolear la investigación en el campo de la industria farmacéutica