La inflación de julio eleva la presión sobre el BCE
La tasa de inflación subyacente en la zona euro –es decir, la que excluye los componentes más volátiles que inciden en la subida de precios, como los alimentos frescos y la energía– subió al 1,3% en el mes de julio, tan sólo una décima más respecto al mes anterior, pero en contra de las expectativas del mercado de una caída a un 1,1% y, sobre todo, alcanzó el máximo de los últimos cuatro años.
Este indicador es el que toma en cuenta el Banco Central Europeo (BCE) a la hora de evaluar la conveniencia en retirar la política de estímulos a la economía, que ha llevado en los últimos años a tipos de interés negativos y a un programa masivo de compra de deuda por parte de la entidad.
Si el dato confirmara su tendencia alcista, la institución que preside Mario Draghi podría mover los primeros pasos para aumentar el precio del dinero, o, en todo caso, reducir su programa de compra de activos y evitar así el recalentamiento de la economía, tal como ha reivindicado Alemania (donde, hay que recordar, la inflación es más elevada que el promedio de la zona euro, al situarse en un 1,6% en junio). En otro comunicado, la oficina de estadística de la Unión Europea dijo que el desempleo en el bloque monetario de 19 países cayó a su nivel más bajo desde el 2009, un 9,1% en junio, lo que confirma la sólida recuperación de la economía de la zona euro y esto podría dar al BCE un argumento más para endurecer su política monetaria en otoño.
Ahora bien, tal como repitió en distintas ocasiones Mario Draghi, Frankfurt también vigila estrechamente el incremento de los salarios entre los factores que considerar para dar comienzo al cambio de ciclo, un indicador que en muchos países todavía no ha registrado el crecimiento esperado.