Guerra fría con rubia
Atómica
Dirección: David Leitch
Intérpretes: Charlize Theron, James McAvoy, Sofia Boutella, John Goodman
Producción: EE.UU., 2017. Duración: 115 minutos. Acción.
Cae el muro de Berlín, pero la ciudad todavía segrega el perfume brumoso de la guerra fría. Y por ahí se mueven como escurridizas anguilas la CIA, el KGB, el Mi6 y los servicios de inteligencia franceses, todos metidos en una olla hirviente compuesta de intrigas, escuchas, agentes dobles, mentiras y puntuales ejecuciones. Por esas atmósferas correrían alegremente Bond, Bourne o Ethan Hunt, pero aquí manda la agente rubia (Atomic
blonde es el título original de la película y del cómic en el que se inspira) Lorraine Broughton, una adecuada Charlize Theron que, como en Mad Max: Furia en
la carretera, demuestra ser una action hero modélica. Atómica, en fin, es una epopeya de espías de espíritu canónico y confección muy moderna. Es, en su conjunto, una obra irregular, pero tiene fuerza. Ya los títulos de crédito iniciales, al compás del Putting out fire de David Bowie (tan bien calzado sobre imágenes como lo hizo Quentin Tarantino en Malditos bastardos), tienen una fuerza arrebatadora; Bowie volverá en los créditos finales, con Mercury y Under pressure,
y por el camino otros clásicos del rock irán desfilando: The Clash, George Michael, Depeche Mode... Algunas escenas de acción tienen verdadero músculo y una de ellas, a la que inmediatamente sigue una persecución en coche también ejemplar, está filmada y montada con maestría, de manera muy física: la larga pelea de la heroína con un puñado de sicarios en el rellano de una escalera; ahí se entiende que el director, David Leitch, que por añadidura fue stuntman a lo largo de veinte años, sea el mismo de la primera entrega de las hazañas de John Wick, Otro día
para matar, protagonizada por Keanu Reeves: un realizador extraordinariamente dotado para el cine de acción (buena noticia. En estos momentos David Leitch está rodando la secuela de
Deadpool).
Que, además, una escena de suspense tenga como telón de fondo-homenaje nada menos
que un filme de culto como Stalker, de Andrei Tarkovski, es un grato regalo para espectadores
de paladar educado. / J. Batlle