Chipre, la isla donde se bañan los dioses
En el extremo más lejano del mar Mediterráneo, entre África, Asia y Europa, se encuentra esta hermosa isla de corazón montañoso, especialmente idónea para viajeros amantes del arte y la historia. Sus iglesias bizantinas, mosaicos romanos, mezquitas y templos griegos exigen al viajero una buena dosis de su tiempo, de ahí que el problema en Chipre sea encontrar unas horas para tumbarse junto al mar y disfrutar de un tranquilo día de playa. Sobre todo este año, cuando la isla, además, ofrece el aliciente del calendario de eventos culturales programados por la Capitalidad Cultural Europea de Pafos (www.pafos2017.eu), una de las ciudades chipriotas que mejor simboliza el flujo de culturas que dejaron huella en la isla a lo largo de los siglos. Aqueos, fenicios, asirios, griegos, romanos, egipcios, persas, venecianos y otomanos asoman por el territorio chipriota en un verdadero viaje por el tiempo que ha de empezar en la capital, Nicosia (llamada también Lefkosia), la única ciudad europea dividida por una alambrada, la cual separa la República de Chipre de la República Turca del Norte de Chipre.
En Nicosia sobresalen sus murallas venecianas, el barrio de Laïki Gitonia, el espléndido Museo de
Chipre y el tesoro de retablos policromados e iconos bizantinos de la basílica de Faneromeni, joya del Barroco que hace siglos desapareció del culto católico para pasar a la Iglesia ortodoxa.
El arte religioso mantiene el protagonismo en el hermoso territorio de las montañas de Troodos, donde se esconden numerosas iglesias bizantinas, de las cuales diez están
catalogadas por la Unesco como
Patrimonio de la Humanidad.
No hay que perderse las de Asínou –sus frescos son un catálogo de arte bizantino–, Ágios Nikólaos tis Stegis, Panagía tou Araká y Stavrós tou Agiasmati.Verdaderas joyas que han de competir con la fascinación que provocan otros legados
del pasado, como las ruinas de los templos de Apolo y Amathus o la antigua ciudad grecorromana de Kourion, en los alrededores de Lemesos, donde sobresalen su teatro, los preciosos mosaicos de la casa de Eustolios y los baños romanos. Sin olvidar Pafos, ciudad Patrimonio de la Humanidad, donde se conservan las espectaculares tumbas de los
Reyes, que fueron construidas bajo tierra por las clases adineradas durante la dinastía de los Ptolomeos de Egipto; y los mosaicos de las casas de Dionisio, Orfeo, Aion y Teseo, que figuran entre los más bellos del mundo. Pafos fue el centro del culto a la diosa Afrodita, y no lejos de allí, en la famosa y romántica cala de
Petra tou Romiou, se sitúa el lugar de donde se dice que emergió cautivadora la diosa griega. No es buena playa para bañarse, pero sí para ver atardecer en buena compañía. Además de las playas de aguas cristalinas y arenas finas situadas en torno a Larnaca, Lemesos y Pafos ,la costa alberga otro tipo de tesoros, como los bellos acantilados del nordeste y la reserva natural de la península de Akamás, a cuyas playas vírgenes van a desovar las tortugas
marinas en las noches de verano.
CRUZANDO LA FRONTERA
Los turistas pueden visitar sin problema Chipre del Norte, ya sea dando un paseo por la parte turca de Nicosia, para visitar la antigua iglesia de San Nicolás, los restos del templo de Santa Catalina y la impresionante
catedral católica de Santa Sofía,
o internándose un poco más en el territorio, donde aguardan la ciudad amurallada de Famagusta, las ruinas griegas de Salamis, la localidad
portuaria de Kyrenia y el espectacular castillo de San Hilarión.
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www.visitnorthcyprus.com