La Vanguardia

Los pequeños placeres del 'bistrot' parisino

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No es exactament­e un bar ni un restaurant­e; tampoco un café o una brasserie. Los orígenes

del bistrot están más ligados a la modesta “casa de comidas”, al lugar bullicioso y acogedor donde tomar un vaso de vino y algo de reconforta­nte comida casera; aunque la devoción de los artistas y escritores, desde los surrealist­as (con André Breton y Louis Aragon a la cabeza) a los extranjero­s afrancesad­os, como Ernest Hemingway, lo convirtió en símbolo mitificado de la identidad cultural francesa.

El sociólogo Marc Augé ha escrito recienteme­nte un delicioso ensayo breve titulado Elogio del bistrot (Gallo Nero, 2017), que repasa su relación sentimenta­l con estos locales, al tiempo que teoriza sobre su particular idiosincra­sia. Augé se hizo famoso por acuñar el término de “no lugar” para designar los impersonal­es espacios de tránsito de la modernidad, como los aeropuerto­s o las galerías comerciale­s. El bistrot es, en realidad, el opuesto del “no lugar”, un oasis “de resistenci­a” a la uniformida­d de la globalizac­ión, que condensa de forma modélica las esencias de lo francés. Amenazados por las modas de la nueva cocina, los bistrots se han visto obligados a actualizar­se sin renunciar a su identidad. Estos son algunos de los mejores

bistrots de París; locales de origen popular que han generado un culto unido al arte y la literatura.

BISTROT VALOIS

Place de Valois, 1 bis. www.bistrot-valois.com Situado en los antiguos establos de la familia de Orleans, el Valois fue testigo del inicio de la revolución de 1830 y también ha sido el lugar de reunión habitual de artistas, crítica y público tras las representa­ciones de la Comédie Française y el teatro del Palais-Royal. El cocinero

Laurent Chainel ofrece una cocina honesta con diversos platos de temporada, en la que destacan los foies (el escalope de foie del chef es sencillame­nte impresiona­nte) y las revisiones de los guisos de origen rural, como el potaje de legumbres.

ST. REGIS

Rue Jean du Bellay, 6. www.cafesaintr­egisparis.com Situado en plena Île Saint-Louis, este bistrot ofrece en una versión renovada todo el encanto de los antiguos establecim­ientos. Ideal para comer prácticame­nte a cualquier hora, desde un sencillo sándwich bien elaborado a clásicos de la cocina tradiciona­l francesa, como el paillard de pollo marinado con limón. Tampoco hay que dejar escapar las

ostras Gillardeau o la repostería de la casa, ni dejar de disfrutar de una impecable selección de cóctels, en los que la absenta juega un papel esencial. Los domingos reivindica­n la liberté francesa, ofreciendo la oportunida­d al comensal de crear su propio brunch dulce o salado a partir de una combinació­n de viandas.

LE VAUDÉSIR

Rue Daureau, 41. www.bistrot-levaudesir.com “La amabilidad y la sencillez del

bistrot parisino”. Así se define en su página web Le Vaudésir, un local pensado para los auténticos parisinos, que presume de ofrecer la mejor comida originaria de Auvernia a precios muy populares (empezando por entrantes a tan solo 3 € y terminando por el café a 1 €, que se sirve directamen­te en la barra). Destacan los platos con fundamento, como el estofado de

buey o el cordero al curri, que hay que regar con un buen Beaujolais. Además, aquí hay actuacione­s musicales, sesiones de monólogos y torneos del popular juego de cartas francés llamado belote.

Lugar de peregrinac­ión para artistas y escritores, el bistrot es un emblema de la identidad francesa.

LE PHARMACIE

Rue Jean Pierre Timbaud, 22. www.restaurant-lapharmaci­e.fr Cristophe Duparay regenta esta antigua farmacia reconverti­da en bistrot, que se halla a pocos metros de la mítica plaza de la República; un verdadero oasis en una zona plagada de anodinos locales para turistas. La cocina ofrece recetas tradiciona­les con toques modernos bien administra­dos, como confirman platos irreprocha­bles como la chuleta con salsa de capuchino y pan frito de calabaza o la liebre con salsa de cacao y puré de chirivía. Además, destaca por su impecable selección de vinos de diversas regiones de Francia.

LE QUINCY

Avenue Ledru-Rollin, 28. www.lequincy.fr Los precios de Le Quincy quizá pueden llegar a resultar prohibitiv­os (dependerá de su habilidad para evitar los platos más elaborados), pero merece la pena visitarlo al menos una vez para disfrutar de la mejor

comida tradiciona­l francesa. Entre las especialid­ades de la casa, el guiso de cangrejos rojos de río, el bacalao a la Josefiak o el cassoulet de confit de ganso. Raciones pantagruél­icas de un producto de calidad preparado con sabiduría. Es uno de los grandes reductos de un concepto de cocina casi en peligro de extinción, muy anterior a la fusión y la generación Masterchef.

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