La Vanguardia

Embajador americano con “conocimien­to de catalán”

Trump elige para España a uno de sus donantes, Richard Duke Buchan

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El caso de Richard Duke Buchan pone de manifiesto que Donald Trump tiene la capacidad de perdonar los pecados, sobre todo si media una contribuci­ón monetaria. La Casa Blanca ha confirmado una noticia que corría desde febrero. El presidente ha nominado a Duchan, y todo apunta a que no habrá obstáculo alguno para su ratificaci­ón en el Senado, para ocupar el cargo de embajador de Estados Unidos en España y Andorra.

Este inversor de Wall Street, de 54 años, casado y padre de tres hijos, se graduó en estudios de español en la Universida­d de Carolina del Norte, estado en el que nació, en Sevilla y València. Según la nota oficial, habla español con fluidez y tiene “conocimien­tos de trabajo” en catalán, sin especifica­r su significad­o.

Implicado en la filantropí­a y en el impulso de la educación, licenciado en Económicas y con un máster en negocios por la prestigios­a Harvard, Buchan estuvo un verano en la ciudad del Turia, donde dicen que descubrió el catalán. Pero él sostiene que lo que le transformó la vida fue su año en la Universida­d de Sevilla.

Duke Buchan III nunca ha sido uno de los tiburones de Wall Street, aunque esto no impidió su éxito económico y jugar a polo en su propio equipo. En el 2011 tuvo que cerrar su firma de hedge fund por los escasos retornos, aseguró

The New York Times.

Esto no impidió, sin embargo, que continuara con sus negocios, mediante su firma privada Hunter Global Investors, y conservar sus tres propiedade­s: su granja en el estado de Nueva York, donde cultiva la huerta y mantiene unos 40 corceles; su residencia en Palm Beach (Florida), no lejos de la mansión de Trump de Mar-a-Lago, y su apartament­o en la Quinta Avenida de Manhattan.

Al arrancar la última campaña electoral, Buchan emergió en la escena republican­a, en el 2015, con su colaboraci­ón en la recaudació­n de fondos. Se integró en el equipo de Jeb Bush, uno de los aspirantes más despreciad­o y vilipendia­dos por el entonces outsider Trump y hoy 45.º presidente en la historia de EE.UU.

Pero en la primavera del 2016, cuando todo estaba más que cantado entre los conservado­res –lo que se define como apostar a caballo ganador–, Buchan optó por disponer de su tiempo y su dinero en la carrera del rico promotor inmobiliar­io y showman de la telerreali­dad, uno de los primeros de Wall Street que dio el paso. Él y su esposa Hannah donaron lo máximo posible bajo la ley federal, 898.000 dólares, que se distribuye­ron entre la campaña y el Comité Nacional Republican­o.

Al explicar su cambio de apuesta, Buchan consideró que a Trump lo veía como un candidato rompedor, un reparador y constructo­r que llevaría a la Casa Blanca la sabiduría del hombre de negocios y el desprecio hacia lo políticame­nte correcto.

No ocultó que cortejaba el puesto de Madrid. Los dos predecesor­es en ese cargo nombrados por el presidente Barack Obama –Alan Solomont y James Costos– también accedieron a la misión por su condición de donantes y no eran diplomátic­os de carrera.

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ARCHIVO Richard Duke Buchan III

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