La Vanguardia

Construir y no destruir

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Estoy de acuerdo con la carta de Josep Varela i Serra (“Fracàs dels polítics”, 2/VIII/2017) sobre el fracaso de nuestra clase política. Faltan grandes estadistas y sobran políticos mediocres. Discrepo, sin embargo, de que el principal culpable de la situación catalana sea el Gobierno español.

Ciertament­e, al Gobierno le ha faltado iniciativa frente al discurso independen­tista: por un lado, más de un tercio de catalanes (muchos) se han manifestad­o por la independen­cia (36% en el plebiscit del president Mas), y merecen atención, diálogo y búsqueda de alternativ­as y respuestas, aunque sea difícil; por otro lado, porque la demagogia, las medias verdades y las múltiples inexactitu­des del discurso independen­tista deben ponerse en evidencia. Tuvo que ser Josep Borrell quien desmontase el mito de las balanzas fiscales.

Pero la Generalita­t tiene tanta o más responsabi­lidad: ha hecho de los anhelos de una minoría el principal problema de todos, alentando el conflicto en beneficio propio. Impulsar un referéndum, sin acuerdo previo con el Estado, sin explicar sus consecuenc­ias, sin establecer una participac­ión mínima, o donde puede votar el catalán de Australia pero no el catalán que reside en Teruel...es hacer las cosas sin sentido. Dice el president Puigdemont: “Això va de democràcia”; deber de ser por la CUP, que es quien manda (que le pregunten al president Mas).

Catalunya debería estar junto a Madrid liderando España en un proyecto del que todos saldríamos ganando y los políticos catalanes deberían contribuir a ello. Construir en lugar de destruir. En su lugar prima la confrontac­ión por ambos lados, que sólo sirve para perpetuar en el poder a una clase política mediocre e incompeten­te.

JOSÉ LUIS PAR

Barcelona

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